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1 comments | miércoles, agosto 29, 2007





Justice
en
audiorama

0 comments | lunes, agosto 27, 2007




Arrancamos el mes de Setiembre con el ciclo UN MUNDO CASI PERFECTO. Cine, sociedad y periferia. Lo interesante para muchos cinéfilos, será quizá la proyección en primicia de Killer of sheep, una película estrenada en los Estados Unidos luego de 30 años de su creación, obra de Charles Bournett. Killer of sheep es la aproximación más intensa que haya hecho el cine nortemaericano de lo que significa vivir en un ghetto urbano, el ghetto negro de Los Ángeles en los años 70. ("Lo que los Neorrealistas italianos consigueron en los años posteriores a la segunda guerra mundial , Burnette, una fro americano descendiente de la nueva ola, lo consigui con Killer of sheep: le dio a su cultura, a su pueblo y su nacion nuevas imagenes de ellos mismos."Nelson Kim, Senses of cinema.)




El ciclo arranca el próximo miércoles con Bolivia, de Israel Adrián Caetano, 7 de la noche, ingreso libre, Auditorio de la Universidad César Vallejo, Lima Norte. Están invitados.



Más información en el weblog de Mal de Ojo: http://www.maldeojoucv.blogspot.com/

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La gente anduvo hoy más que nostálgica. ¿Recuerdan ustedes estos relojes que alguna vez rompimos pisoteados? Yo si. Y con mucha pena.


vía wappy

0 comments | domingo, agosto 26, 2007



Por el horario de trabajo solo estuve en la primera primera parte del programa que el notable pianista polaco Karol Radziwonowicz –graduado con honores mayores en la Academia Nacional de Música Federico Chopin de Varsovia, apareció esa mañana vestido a la usanza tradicional. Muy simpático, Radziwonowicz parecía haberse acostumbrado con gusto a los aplausos. Luego de cada tema se levantaba y ofrecía venias al público con su talla de gigante eslavo - ofreció en el Auditorio de Derecho de la Universidad Católica de Lima el miércoles último para interpretar perfectamente un Nocturno, un Impromptu, dos valses, dos mazurcas y una Gran Polonesa todas de Chopin. Su presencia incluyó además la de 2 compositores polacos hasta ese día desconocidos para mí: Karol Zymanowsky e Ignaz Jan Paderewsky, genios tempranos de la música clásica. El caso de Paderewsky es el más sobresaliente: empezó a recibir lecciones a los 3 años para 16 años después convertirse en profesor principal en el Conservatorio de Varsovia. Su estilo, el intimista romántico.


Hay que estar atentos a lo que programa la PUCP y la Filarmónica todos los domingos por la mañana en el Museo de la Nación. En la PUCP, el ingreso es libre.


PD: Lo único ingrato que hay –lamentablemente- que soportar, es que se permita el ingreso de personas luego de iniciado el concierto y al término de cada tema, intentando –me parece- abarrotar el auditorio a cómo de lugar. Junto a esto la presencia de alumnos indeseables, alérgicos al silencio de la música, ignorantes en el uso de la tecnología celular (el vibrador) y la convivencia en espectáculos. Frente a ellos, nada mejor que una buena mirada de desprecio para silenciarlos.

0 comments | sábado, agosto 25, 2007


La banda de los trillizos impostados acaba de sacar un nuevo álbum, tan extraño como su alocado ascenso en las antípodas del hip hop.

0 comments | miércoles, agosto 22, 2007

Economía de mercado
César Hildebrandt
Diario La Primera


align="justify">La economía de mercado funciona como un reloj en el Perú: cuando la gente quiere viajar en mancha para ver a sus muertos, heridos, o sobrevivientes, o cuando quiere viajar para ver si sus casas se han rajado o desplomado, o para consolar a la tía o a sus padres por algún nuevo luto, entonces las empresas de transporte como Soyuz aumentan el precio de sus pasajes hasta duplicarlo. Eso se llama atender de inmediato las señales de la demanda. Eso es Adam Smith con su Tirifilo más, Milton Friedman con su Lastenio al costado, la mano invisible y el dedo medio en ristre.


align="justify">
Un día vino la Telefónica española y se compró la vieja y lerda compañía peruana del ramo. Prometió pagar dos mil millones de dólares pero pagó efectivamente mil cuatrocientos. Y ahora, cuando ya sacó varias veces su inversión, descubrimos que su red es de arañita, que los teléfonos fijos colapsan al primer terremoto y los móviles se callan a la primera sacudida. Es que la Telefónica ha vendido muchos más aparatos que los que podría servir y ha hecho un cálculo mezquino sobre la utilización promedial de la red. Es eso -y no los leves daños sufridos en su infraestructura- lo que nos incomunicó y silenció durante horas la noche del miércoles.


align="justify">
Eso también se llama economía de mercado pero a lo bestia: sin reglas, con ministra delivery, con Osiptel de mano enyesada y con un Congreso que suena siempre ocupado.
Y ni qué decir de Claro, mano. Como que nos dijeron que eran los que siempre podían y de tanto decirlo nos lo hicieron creer. A la hora señalada, sin embargo, los muchachos de Carlitos Slim fallaron como si fueran los arquitectos que salieron a la luz en el terremoto mexicano de 1985, cuando miles se enteraron de que sus edificios tenían más arena que cemento, más vacío que llenura y más pisos que lo que sus cimientos aguantaban. O sea, el PAN mesmamente, mano, con su Calderón y todo: economía de mercado en la versión de Pancho Villa, marketing para cholos que siguen viéndose encantados en los espejitos que les reparten.


align="justify">Mientras los muertos crecían minuto a minuto la noche trágica del miércoles, en el Canal 3, de la Telefónica, tres mamertos de antología idiotizaban la pantalla. Y en el 6, de la Telefónica, seis entidades grises como la nube que nubla tu camino decían cualquier cosa sobre cualquier cosa en un programa que parece producido por nadie e imaginado por ninguno. Y en el canal 20, de la Telefónica, el aburrimiento de siempre cundía mientras en Cañete los muertos empezaban a ser puestos en una vereda porque no había para más.



align="justify">
O sea que nos incomunican y encima se burlan de nuestros muertos. Nos bloquean la voz y nos dan su ración habitual de imbecilidades en pantalla.




align="justify">
Claro, están en el Perú, el país que compra patrulleros chinos que China no usa, el paísito que permite que Duke Energy se apropie de la laguna de Parón y la desagüe para fines contaminantes, la republiquita que tiene que rogarle a Repsol para que nos dé parte de nuestro gas para empezar a hacer petroquímica y para que no se vaya a llevar todo a California -o a México, o a Chile, marque usted lo correcto-, el paísete que hace subastas inversas de un solo postor y el que permite que pilotos forasteros y sin permiso de trabajo -procedentes del único país que nos odia- dominen su cielo manejando los aviones de la compañía que reemplazó a la empresa aérea nativa, vendida hace años, por 21 millones de dólares, a unos maleantes mexicanos que sólo pagaron catorce. Vendida por un presidente que años más tarde juraría morir peleando por el Japón, su verdadera patria. Esto último es una variante nuestra de la globalización.

0 comments | lunes, agosto 20, 2007

Terminó hace un mes la feria del libro y lo inusual ha sido que los actores de La gran sangre han firmado más autógrafos que cualquier escritor. Ni siquiera Arnie Hussid pudo con ellos, que alborotaron el último día de la feria. Ni Beto Ortiz.
Extraño.



Las compras de último minuto descubrieron algunos stands con libros realmente atractivos. La Familia tenía un 50% en libros de la editorial Tusquets, que incluían algunos Irvings y algunos Updikes; entre ellos Parejas. Al costado, Taschen ofertaba con un 20% las interesantes colecciones de Arte y Arquitectura que conocemos y disponen. No pude llevar nada de ahí aun cuando un amigo confirmaba que todas mis compras y lecturas de tiempo contenían historias de parejas. No me llevé la de Updike pero cruzando el stand de La Familia, en el puesto vecino, pude encontrar una variedad de ofertas que incluían a mi grupo selecto de lecturas sobre parejas, un nuevo título: Doble Pareja, de John Irving. Compra añadida al grupo que incluye Cuentos de matrimonios de Vicente Verdú, y a las lecturas anteriores recién terminadas y otras a punto: El amor conyugal de Alberto Moravia (que tiene un final realmente devastador y que ha provocado después de tiempo en mi organismo, una sensación similar a la que en su momento provocó el final de Seize the day, la más breve y no por eso menos intensa novela de Saul Bellow), El Teatro de Sabbath de Philip Roth, atrapado esta vez en una relación amorosa atípica entre dos amantes casi ancianos y todo lo que involucra la pérdida y el posterior fracaso de una voluntad que deviene en ruinas con en el tiempo; Shalimar el payaso, de Salman Rushdie, novela monumental, novela total. Es indiscutible la capacidad, el tacto y la tonalidad poética que tiene Rushdie para fabricar excusas. En Shalimar el payaso, una historia de amor puede desprender situaciones y escrituras border en conflicto. Rushdie y su genialidad pueden articular tiempos tan diversos como la soledad y la vida contemporánea, la segunda guerra mundial y el conflicto indopaquistaní. Espectacular.




Y mi vuelta a El Pasado de Alan Pauls, que había leído hace unos meses ubicado en una biblioteca y ahora encuentro sobre mi mesa al llegar a casa del trabajo; el paquete, procedente de Alicante, España, traía las buenas noticias de apoyo a mi nueva adicción: padezco de la enfermedad Alan Pauls, cuyo primer síntoma ha sido La vida descalzo, otro libro llegado no de tan lejos a inicios de año. Deslumbrante. Ya lo comentaré. (Nada más debo agregar que Bolaño tenía razón: “…Es usted uno de los mejores escritores latinoamericanos vivos y somos muy pocos los que disfrutamos con ello y nos damos cuenta.”) Espero que sigan habiendo sujetos no tan extraños que sigan alimentando cruelmente mis recaídas. E historias similares a las de Alan Pauls ( cuya lectura en mi caso obedece al mito temporal propio de Pauls: suplantar la lectura crono-lógica por la lectura pato-lógica) y Philip Roth. Más pérdidas y más fracasos. El deterioro de la voluntad.




Otras compras han sido Spider, de Patrick McGrath, al que acaban de adaptar nuevamente Asylum, una novela del 2004 malamente traducida como Locura y que enrique acaba de comentarme que es un film extraordinario, con una construcción de personajes espléndida, una calidad maestra, al nivel de las obsesiones del mejor McGrath. Debo recordar que Spider ha sido también adaptada por David Cronemberg. Sino quien más. Recordemos que es el mismo McGrath quien elabora los guiones en cada adaptación. Para empezarla, espero terminar con En lengua materna, de Chang Rae Lee, una de las compras de Anagrama junto a Monte Miseria, de Samuel Shem, psiquiatra de Harvard que puso histérica a la comunidad médica con la primera parte de este libro, Casa de Dios, donde arremete furia -como lo hace ahora con la psiquiatría en Monte Miseria- con toda la educación médica de los Estados Unidos. Esta vez la puñalada va dirigida a la práctica psicoterapéutica contemporánea en el país americano. (Me interesa muchísimo lo que está pasando con la práctica de la psicoterapia actual. Sus defectos, sus lapsus, sus conflictos, sus rupturas, sus equivalencias, y sus posibles alternativas. Ejerzo la psicoterapia. Y me preocupa. He ojeado brevemente el libro y promete.)


En lengua materna es una novela dentro de la línea que expone el costumbrismo étnico y local, el devaneo inmigrante, el desarraigo y la desventura de un coreano cuya existencia desenvuelve un misterio propio de la mejor literatura del país adoptado por Rae Lee, a quien en su momento Granta y The New Yorker confirmaban como una de las más grandes promesas del siglo en la literatura de su país.




Otras de mis obsesiones son los libros de Lengua de Trapo y su colección Otras lenguas, de los que esta vez me tocó llevar La máquina de triturar niñas, del francés Tonino Benacquista, junto a La vara de zahorí, de Michael Knigth, escritor al que Rodrigo Fresán –quizá quien mejor conoce el panorama actual de la literatura estadounidense- dedica simplemente lo siguiente –aparte de afirmar que se trata de un alumno estrella del mejor John Cheever y compañía-: “…un escritor que llegó para quedarse y que ya en su primera novela ha encontrado oro en ese campo de golf donde todavía juegan los fantasmas inmortales de sus maestros.” Libros sumados a otros títulos de la misma editorial que compré a inicios de año en la Feria del Parque Kennedy y recomiendo: La traductora, de Leila Aboulela, una bella historia de amor sobre el cruce y la (im)posibilidad de la diferencias, libro que –anécdotas- conmovió profundamente al propio J.M. Coetzee, que recomienda la novela en su tapa; Haz el favor de no llamarme humano, de Wang Shuo, humor ácido, divertido; Porqué se cuece el niño en la polenta, de Aglaya Veteranyi, con un registro programático y evocativo, un retrato dulce e inmisericorde. Un registro particular de escritura vertical, un ejercicio claramente experimental y poético, que luego han intentado recrear-asumo, lo visible es una suposición- bloggers como Claudia Ulloa, que en su webblog intenta practicar la lección.




La obligada lectura paralela a En lengua materna es El fin de Alice, de A.M. Homes, autora quedescubrí con Música para corazones incendiados, suerte de sátira familiar y psicosocial heredera de una tradición que junto a Homes parece tradicional y púdica. Como si todo lo anteriormente escrito hubiese ocultado un punto vacío y un tiempo muerto del que posteriormente se encargaría la bella in black and white Homes. De lo que avancé con El fin de Alice puedo detallar que hay un punto culminante en la cuarta parte de la historia, en la línea de la casa incendiada en la misma cuarta parte de Música para corazones incendiados. Yo creo que con ese cuarto del total de páginas, ya está pagado todo el libro.


En fin, la feria ha sido un largo viaje, un viaje a uno de esos lugares al que llegamos y en lugar de visitar y recorrer la zona, nos apropiamos de nuestra propia soledad para volver con la extraña sensación –y el paradójico encantamiento- de no haber visto nada.

1 comments | sábado, agosto 18, 2007




Es la pregunta que parece resolver una seria e interesante lectura crítica de Mauricio Salvador, editor de la revista online Hermano Cerdo.


"No sé qué decir, la verdad, porque en los últimos tiempos Fresán se ha convertido en una especie de parodia de sí mismo, reseñando libros como un adolescente reseñaría a Cortázar en una revista colegial, ofuscándonos con sus apariciones públicas (con McEwan, Irving, Lethem, etc) pero ofreciéndonos sólo una migaja de crítica coherente que él sabe es algo que necesitan los periódicos y sus lectores."
Con esto inicia la siguiente cirugía: anestesia, operación y reposo, analizando muy particularmente las últimas reseñas de Rodrigo Fresán -que tiene un vínculo patológico y muchas veces delirante con la literatura norteamericana- y muy en especial la de Everyman, la última novela del genial Philip Roth.
Saquen sus propias conclusiones.

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Stan Brakhage . Window Water Baby Moving (1959)

Parte 1:






Parte 2:





Notas sobre el cine de Stan Brakhage


Stan Brakhage. Anotaciones

0 comments | viernes, agosto 17, 2007

¿Puede generar tanta confusión una obra de Sophie Calle? ¿Puede Duchamp permanecer en la memoria de todas las griferías del mundo? ¿Puede Felix Gonzales Torres multiplicarse como sus caramelos en un espejo? ¿Y confundir Martin Creed en el vaiven de una mampara? ¿ Y descansar Sol LeWitt en la emergencia de una llamada?

Excuse me, is this a work of art?, la obra intervencionista de Ana Velez, puede responder a todas estas interrogantes correspondientes al arte conceptual.


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De vuelta a la ciudad luego de una semana de vacaciones, no encuentro otra escena que la grafique mejor. Dice Alejandra Pizarnik en uno de sus diarios:


“ Estoy en St. Tropez, es decir a 3 km. de St. Tropez. En vez de quedarme encerrada en la pieza debiera ir a visitar el pueblo, conocer las viejas callecitas, mirar la gente. En mí, volver de un sitio sin haberlo visto es un motivo de orgullo. Decir NO en vez de SI me emociona”

0 comments | jueves, agosto 16, 2007

0 comments | lunes, agosto 13, 2007

Macy Gray vuelve luego de 4 años con un disco imprescindible, que tiene desde ya dos joyas inscritas en lo mejor del new soul. Aquí los dejo con una de las joyitas:






via audiorama

0 comments | martes, agosto 07, 2007

Me permito reproducir un documento adjunto que nos envía el tío César, para aquellos interesados en comprender que desarrolla la Psicoterapia Sistémica Breve.


Pensando al revés: La Terapia Sistémica Breve como alternativa inteligente y eficaz para el cambio

César Vásquez Olcese & Teresa Mendo Zelada


La solución más simple suele ser la más plausible
Guillermo de Occam


Dentro de la práctica habitual de un psicólogo, de un maestro o de un padre de familia (por mencionar solo algunas situaciones) se suelen presentar casos como el siguiente:


Un joven se muestra muy preocupado por su fobia a enfrentar a sus compañeros de estudio durante sus exposiciones en clase. Refiere sudoración de manos, agitación, y la noche previa a la presentación, insomnio y pesadillas. Maneja su temor evitando presentarse a clase, obteniendo certificados médicos que lo salven de la situación y justifique sus inasistencias. Cuando no lo puede evitar, se resigna a pararse al frente del salón sintiendo como el sudor le corre por la frente y el pecho, las piernas le tiemblan y la mente se le pone en blanco, borrando días completos de estudio y preparación. Rojo como un tomate, pide permiso y se retira del aula desapareciendo por una o dos semanas, y a veces hasta el semestre siguiente. El joven no oculta su sorpresa cuando el terapeuta, en lugar de adiestrarlo en técnicas de relajación o de suministrarle un tranquilizante, le pide que todos los días y durante media hora, se encierre en su habitación y reviva en su mente la tortura de enfrentar al auditorio con todo detalle; es más, le pide que sufra durante esa media hora. Luego, tiene que levantarse, lavarse la cara con agua fría y seguir con su día. La fecha de la exposición debe hacer lo mismo media hora antes de clase, y además debe iniciar su ponencia pidiendo disculpas por su nerviosismo y por los posibles errores que pueda cometer. Luego, que venga lo que venga. La sorpresa es grande cuando al tocarle el turno de salir al frente se siente extrañamente calmado; salvo una ligera agitación en la respiración no nota mayor síntoma de ansiedad. Ni una gota de sudor. Sigue con lo convenido y la exposición transcurre dentro de lo aceptable. Incluso al finalizar la clase un compañero le pregunta dónde aprendió “ese recurso retórico” de pedir disculpas por anticipado. El también quiere usarlo. Algo confuso, no entiende qué es lo que pasa pero decide seguir intentándolo en lo sucesivo. Luego de usarlo una vez más, se da cuenta que ya no lo necesita. Su temor ha desaparecido por completo. Es libre en ese aspecto de su vida.


La situación descrita suele ser uno de los casos “tipo” dentro de la terapia sistémica breve (TSB). Este tipo de terapia constituye un desarrollo posterior dentro de las terapias de orientación sistémica. Busca obtener resultados en el más corto tiempo (generalmente en un máximo de 10 sesiones, aunque normalmente es en mucho menos tiempo), simplificando para ello los procedimientos de evaluación e intervención terapéuticas. Esto ha sido posible luego de décadas de acumular experiencia y de pensar y repensar lo sistémico y lo terapéutico. Se fueron así refinando las técnicas, eliminando etapas y pasos innecesarios, y se adoptó una epistemología posmoderna y constructivista, que flexibilizó la visión del terapeuta, adaptándolo de mejor manera a la realidad del consultante.


Dentro de la TSB encontramos diversos enfoques, pero destacan especialmente dos: la terapia estratégica desarrollada en el Mental Research Institute (MRI) de Palo Alto en California, con Paul Watzlawick (recientemente fallecido) y Giorgio Nardone como cabezas visibles, y la Terapia Centrada en las Soluciones, con Steve De Shazer (fallecido el 2006), Bill O’Hanlon, Eve Lipchik, Michel Weiner-Davis y Kim Soon Berg, como sus más destacados terapeutas.

Estos enfoques se han ido refinando con los años, llegando incluso a protocolizarse, facilitando así su aprendizaje, y el seguimiento fiel de sus principios y técnicas. Todo ello redunda en beneficio de la eficacia y eficiencia terapéuticas, y además facilita en el terapeuta novato el aprendizaje de la terapia y la adquisición de experiencia útil.


Lo característico de la terapia del MRI es la identificación de los intentos fallidos de solución frente a una dificultad. Bajo la hipótesis de que el problema no es el problema, sino las soluciones que utilizamos y que no funcionan, los terapeutas estratégicos nos enseñan cómo bajo ciertas circunstancias –repitiendo nuestras conductas bien intencionada pero ineficaces- podemos convertir una dificultad de fácil solución en un problema que puede generar patologías severas e ingente malestar psicológico. Hacer “más de lo mismo”, aunque no funcione, constituye la raíz de casi todos los males de la humanidad.

El terapeuta estratégico, basándose en los principios y técnicas de su enfoque, buscará comprender la forma de pensar y reaccionar del consultante; y una vez hecho esto, utilizará todo su arte para generar sutiles cambios en su rígida percepción, y en la secuencia problema-solución infructuosa-problema. Generará un cambio de 180º, un hacer lo opuesto a lo habitual, que destrabe la situación y lleve a buen fin el problema por el que solicitó ayuda.

Podemos ejemplificar lo dicho en el siguiente caso: una mujer se queja de que su hijo adolescente no la obedece cuando le pide que haga las tareas. Esto está llevando a un bajo rendimiento escolar y a un acelerado deterioro de su relación con él. Los intentos de solución de la madre han sido llamarle la atención, gritarle, llorar de rabia frente a él, castigarlo físicamente, quitarle el habla durante días y acusarlo con el padre. Desde su perspectiva “a hecho todo lo imaginable”, y considera que sus soluciones son las únicas adecuadas, puesto que debe legitimar su postura como autoridad frente a él. Esta concepción, rígida por demás, la lleva a “aumentar la dosis” de lo que no funciona, y le impide percatarse de que ella ahora es parte del problema y no de la solución.


El terapeuta en este caso debe empezar por evitar darle la contra a la señora; de ser así se ganaría su animadversión y sería expulsado del sistema como un cuerpo extraño y amenazante. Confirmar su percepción, señalándola como bien intencionada y sacrificada, ayudará generar alianza con ella y a facilitar el trabajo en conjunto, ahorrando mucho tiempo en la terapia. Si a ello le suma el redefinir la conducta del hijo, ya no como rebelde o mal intencionada, sino como de “oído duro”; como alguien que de tanto oír lo mismo ya “se acostumbró” y no discrimina cuando se le habla en serio y cuando no, no solo captará la atención de la madre sino que le generará una nueva visión de la situación, es decir, un reencuandre cognitivo que ayudará al cambio. Manteniendo la “intención positiva” de la mamá, se le inducirá a interesarse por una manera diferente de captar la atención del hijo, y de esta forma lograr la meta deseada. La destreza y creatividad del terapeuta lo llevarán a sugerir una intervención ad hoc: normalmente una tarea que rompa la secuencia problema-solución. La tarea de la sorpresa o una variante de la técnica del “sabotaje benévolo” podrían ser de utilidad aquí. Y no sería de extrañar que en la segunda entrevista la señora reporte cambios significativos.

Actualmente la terapia del MRI ha experimentado cambios interesantes. Conocida como terapia estratégica evolucionada, los aportes novedosos han venido sobre todo de Giorgio Nardone y su grupo de Arezzo en Italia. Ellos han desarrollado una muy interesante forma de terapia super breve conocida como “diálogo estratégico”. En ella -conservando las ideas y técnicas del MRI original- han incorporado los aportes de la tradición sofística, la ilusión de alternativas (utilizada profusamente por Milton Erickson), el viejo arte de las estratagemas chinas y las geniales ideas de Blas Pascal para el arte de la retórica y la persuasión. Haciendo uso de una verdadera “orfebrería del lenguaje”, el terapeuta logra convencer al cliente, en muy poco tiempo, de renunciar a su postura inadecuada y de adoptar la del terapeuta…asumiéndola como propia. Y hace todo esto sintiéndose en todo momento entendido y aceptado.

En lo que a la Terapia Centrada en las Soluciones (TCS) respecta, ésta constituye un desprendimiento y posterior evolución de la terapia estratégica. Surgida casi por accidente, su idea principal postula que un problema no se presenta el 100% de las veces; y que cuando no lo hace es porque estamos implementando cambios sin darnos cuenta o sin valorarlos lo suficiente. La identificación de estas ocasiones en las que el problema brilla por su ausencia (llamadas excepciones), además de las acciones que realizamos en estos casos y su mantenimiento en el tiempo, constituyen la esencia de la TCS. La idea es simple: si te das cuenta de lo que haces cuando tu problema no se presenta, y lo sigues haciendo…pues tu problema se resolvió.

Puede parecer muy simple el concepto, pero detrás de él se ocultan muchas ideas novedosas: una actitud positiva y optimista del ser humano; un uso especial del lenguaje, llamado lenguaje presuposicional; una forma novedosa de entrevistar y de evaluar el comportamiento; y, sobre todo, una eficacia terapéutica muy alta. La cantidad de recursos a disposición del terapeuta es enorme. Lo esencial aquí es ir canalizando el lenguaje y la percepción del consultante, desde el problema a las ocasiones en las que éste es derrotado por la persona que solicita ayuda. Casi sin darse cuenta y en muy poco tiempo, los clientes perciben cambios internos significativos que los tornan más optimistas, y se abren ante sí diversas posibilidades no vistas antes. Cuando ello ocurre, la solución suele esperar a la vuelta de la esquina.

Como caso que ejemplifique lo antes dicho, podemos citar a la señora que acude a consulta muy preocupada por la tartamudez de su hijo. El niño de 6 años presenta tartamudez muy acentuada desde que ella empezó a trabajar hace unos meses. Se la escucha con atención, validando su preocupación y sus deseos de hacer algo. Luego se le aplica la “pregunta del milagro” (de uso común en la TCS), solicitándole que describa la situación ideal e imaginaria donde el problema de su hijo no se presenta “por arte de magia”. Ella describe detalladamente dicha situación, la conducta de los implicados (ella, sus hijos y el esposo) y el significado psicológico que tendrán los cambios cuando se den. El desarrollo de este “milagro” va desplegando ante la consultante un panorama lleno de opciones que surgen de ella misma; su cambio de ánimo y actitud son evidentes y positivos. Ahora solo basta solicitarle que durante la semana identifique en qué ocasiones este “milagro”, o parte de él, se hacen realidad; y, si se anima, que ella misma busque realizarlos intencionalmente. A la semana siguiente retorna a consulta señalando que durante todos esos días la tartamudez del hijo ha desaparecido casi por completo. Está exultante y feliz; muy motivada para seguir adelante. A través de otras preguntas y apreciaciones se busca consolidar el cambio. Luego de una llamada por teléfono un mes después, se da por terminada la terapia, al no existir recaídas significativas. En caso de episodios eventuales de tartamudez, la madre ya sabe cómo actuar y se siente confiada.


De haber adoptado una postura tradicional, posiblemente se hubiera complicado la situación con innecesarias evaluaciones y derivaciones a especialistas de audición y lenguaje. Aquí se percibe que la “navaja de Occam” sigue tan afilada y efectiva como siempre: la explicación más simple suele ser la más plausible.

Estos enfoques terapéuticos se encuentran ya a nuestra disposición. Podemos aprenderlos y dominarlos. Y no son solo están destinados a los psicólogos o psiquiatras. Cualquier profesional puede aprender y aplicar, adaptándolo a su campo de acción, las ideas de la TSB y obtener resultados asombrosos. Sea en el campo de la salud, la educación, la empresa (Nardone a escrito específicamente sobre las organizaciones y su abordaje estratégico), y la vida cotidiana, la búsqueda de soluciones y el problem-solving estratégico pueden hacer la diferencia. Como lo hicimos en un artículo anterior, consideramos que la TSB constituye una alternativa necesaria y adecuada a nuestra realidad tan necesitada de soluciones. Al igual que las TIC y el EFT, la TSB constituye, entonces, también una terapia de última generación.

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César Vásquez anuncia vía email, el inicio del próximo grupo de entrenamiento en Psicoterapia Sistémica Breve, que recomiendo a cualquiera interesado en desarrollar lo más novedoso, eficaz y creativo de la psicoterapia contemporánea. He llevado el curso y soy, orgullosamente, miembro de la primera promoción. Puedo asegurar que César Vásquez es sin duda el mejor terapeuta que tiene esta ciudad y además de eso, el mejor docente con que cuenta la facultad de Psicología de la universidad César Vallejo en Trujillo. (Un verdadero docente es a mi juicio, aquel capaz de atreverse a bombardear jerarquías y sistemas de pensamiento dominantes y contractuales, que nunca y mucho menos ahora han sido puestos en discusión y siempre - y esto incluye a muchísimos docentes- han sido sobreentendidos y han seguido produciéndose y valorándose. La verdadera actitud en estos tiempos es re-pensar re-plantear e inscribir VALOR. Porque lo que hay que hacer una vez que se han abolido las jerarquías es reinventar el VALOR. No hay que creer que se acabó el valor, algo que nos ha hecho creer la posmodernidad y sus valores más cínicos y conservadores es pensar que se acabaron las jerarquías y no hay valor, cuando la cuestión es lo contrario: hay que acabar con las jerarquías para producir un nuevo valor.)
El entrenamiento del curso cuenta con la mejor bibliografía actualizada que se pueda encontrar en el país.
¿Qué es lo que más extraño de Trujillo? Por supuesto que las clases con el tío César.





IFAMI

Entrenamiento en Terapia Sistémica Breve


Dirigido a: psicólogos, profesionales de la salud, educación, trabajo social y estudiantes de dichas carreras.

Duración: 18 meses


Horario: clases quincenales, sabados de 9.00 a 14.00


Mensualidad: S/. 100


Lugar: Praga 490, Santa Isabel


Docente: Ps. César Vásquez O.

Metodología: clases teórico-prácticas. Lecturas seleccionadas. Tv y cámara de circuito cerrado para atención de caso en vivo. Supervisión de caso durante el entrenamiento.


Beneficios para el participante:
Ø Revisión teórica en profundidad.
Ø Aprendizaje de las técnicas más actuales en Terapia Breve.
Ø Práctica constante.
Ø Dominio técnico y eficacia terapéutica en el tratamiento de individuos, parejas y familias.
Ø Certificación a nombre de IFAMI.


Inicio: cuando se cubra el cupo de 15 participantes (quedan pocas vacantes).



Informes: escribiendo a esta dirección o al teléfono 9892424 o al 233336 (Srta. Jessica Mendo).

2 comments | viernes, agosto 03, 2007

Hace unos días asistía casualmente a la seria y divertida presentacíon del libro de Marco Avilés en la Feria del Libro. Hace unos días, curiosamente, hemos asistido a otra presentación del mismo Marco Avilés, esta vez presentando algo que en este país y en esta ciudad es una costumbre: un caso más de discriminación racial.
Estos hechos si bien son siempre alarmantes, pasan como cotidianos en nuestra sociedad. La Sede es un local más que se suma al grupo amante de la onda de la discriminación estética.
A Marco Avilés, además del mal gusto, lo sucedido ha sido excusa para ofrecer -menciones aparte- una crónica que no solo hay que agradecer -por la denuncia-, sino también disfrutar.

Marco Avilés: Cholo frente al mundo


El local se llama La Sede, queda en el lindo distrito de Miraflores, donde lindamente vivo, y allí acude la people más linda de esta linda ciudad; y ya que soy un lindo periodista de una de las revistas más lindas de este lindo país, el sábado último, 28 de julio, aniversario patrio, yo iba en pos de una linda cerveza para celebrar el inminente fin de la linda Feria del Libro de Lima, ensimismado en la lindura de una chica a la que esperaba encontrar allí, en La Sede, y quien me había prometido una linda noche de conquista; así que estacioné el auto enfrente, me acomodé el saco, revisé mi solvencia económica, compré los cigarrillos de rigor, caminé los once pasos hacia la portería, solo y lindo, y, entonces, al tocar con mis manos la puerta tras de la cual fluía la música linda, el lindo bodoque que custodiaba el digno local me soltó el mismo cuento del cual, como periodista hogareño que soy, he tenido noticias lejanas y del que me he enterado a través de los diarios y a veces por los testimonios de feos amigos noctámbulos que osan frecuentar los lindos locales de moda: Perdón, la fiesta es privada.

Debo repetir que iba solo, pues ya algunos de mis lindos amigos escritores y editores habían entrado al lugar apenas unos minutos antes, lo cual, evidentemente, me convertía en ese mismo instante, por lógica empresarial, en un simple y anónimo indeseable, modestamente vestido de seda, sin fama y sin credenciales que dieran cuenta de mi lindura interior: cholo frente al mundo.


Pero mis amigos acaban de entrar balbuceé, confundido.
¿De verdad? Esta es una reunión privada.
Le digo que mis amigos acaban de entrar.
¿Sí? Entonces llámalos por celular y que salgan.


Para mi vergüenza, confieso que pensé en seguir la linda sugerencia, pero mi lindo celular me informó en tres segundos que mi saldo de llamadas había expirado y, entonces, desesperado por la visión de que mi final feliz con aquella chica linda se esfumaba, desesperado por ese fatal destino, repito, se me ocurrió la denigrante idea de mencionar el famoso nombre de uno de mis lindos amigos que ya habían ingresado allí; por supuesto, él sí sin tener que batallar con ese lindo monigote amaestrado. Y, claro, cuando dije el bendito nombre (moralmente de rodillas), la puerta de la santa Sede se abrió, y allí, claro está, no había ninguna reunión privada (esto es obvio, ¿no?), sino el lindo paisaje de una afiebrada discotequita con ínfulas de pub, que de manera discreta se reserva el derecho de admisión, con sus lucecitas ad hoc y sus sillones muy lounge rebasados por la masa de gente nice que, supongo, estaba allí luego de haber pasado por el fino cernidor sin las molestias que yo sí tuve que enfrentar. ¿La chica de mis pensamientos bien valía la humillación? Los hombres a veces pensamos con las pelotas. Mea culpa. No debí entrar a ese antro de mierda.


No daré detalles íntimos sobre la manera en que concluyó esa deliciosa noche. El hecho es que precisamente ahora, domingo 29 de julio, 11 y pico de la noche, de vuelta en mi lindo hogar de Miraflores, y frente al monitor de mi linda computadora, trato de cumplir el sabio consejo que el maestro Ray Bradbury recomendaba para los aprendices: no dejar pasar un solo día sin escribir al menos mil palabras. Y en esas estoy, recordando el episodio de la madrugada anterior, y ya que he entrado en materia, terminaré señalando que no es mi intención denigrar ese local de mierda (bis) pues, todo lo contrario, me parece loable su sano sentido profiláctico de no mezclar in house gringa con inga y/o mandinga, o lo que los dueños de esa docta Sede pretendan preservar impoluto, libre de manchas y riesgos. Se agradece. Algún alto e ignoto cometido social debe tener la tarea segregadora. Por lo pronto, y ya en mi cauce hogareño, pienso en que lo más sano será no frecuentar algunos locales de diversión nocturna, específicamente La Sede, discotequita tercermundista bien que, si Dios es peruano y el alcalde de Miraflores existe, no debería funcionar un solo fin de semana más. Pero, por si eso no ocurre, me gustaría enviar un mensaje de paz y amor, insuflado como estoy de sentimiento patrio:


Señores de La Sede, vayan a segregar a la puta que los parió.


Feliz 28 retrasado.


Ps: En este país, ya lo decía el poeta César Calvo, a veces da ganas de nacionalizarse culebra.


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Caminar entre ruinas, como vanos fantasmas, así hacemos,
y con esperanzadas varas mágicas
buscamos tesoros enterrados entre los muertos,
mientras que la generosa tierra alberga
tantas minas de oro, vírgenes, por descubrir.


Abraham Cowley

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Es probable que entre Haruki Murakami y Takeshi Kitano exista una suerte de cruce genético oculto en la profundidad de sus obras. Ahora que he vuelto a ver Dolls a tiempo que terminaba Kakfa en la orilla, estoy convencido de que ambos han seducido el silencio hasta una categoría estética inmejorable. La cópula sentimental que reúnen las parejas principales en cada una de sus obras es inolvidable. Si ya en El verano de Kikujiro Kitano nos divertía con un tándem mentalmente infantil junto a un pequeño actor, en Dolls, la pareja de los mendigos atados y la sucesiva, el yakuza y la mujer dispuesta a esperar eternamente al amor de su vida, confirman esa mística capacidad para describir el amor y la separación. Lo mismo ocurre en Kafka en la orilla y el tándem inolvidable compuesto por Nakata y Hoshino. Nakata sufre de niño un accidente psico-mágico-místico (delicias 100% Murakami) que borra todas sus capacidades intelectuales básicas para la comunicación humana como el leer, escribir y orientarse. A cambio –¡vaya consuelo!- Nakata puede comunicarse con los gatos y sabe que hay un lugar adonde tiene que dirigirse y un encanto cuya misión es romper. Para esto necesita ayuda y la consigue en Hoshino, un camionero que encuentra sentido a su vida acompañando al viejo Nakata en la búsqueda. (Sentido aparte el que encuentra Hoshino en su encuentro con el Coronel Sanders -el máximo inventor de los pollos Kentucky- convertido en la novela en un proxeneta capaz de todo. Un experto en franquicias.) Así se unen las vidas de Kafka Tomura, la señora Saeki y uno de esos personajes exquisitos que configura Murakami: el bibliotecario Oshima. (Esta vez el personaje víctima de los arrebatos genéricos y conflictuados del escritor. Oshima es en realidad lo que no es.) Murakami se mantiene fiel a sus referentes musicales y a la cultura popular de occidente. Afiliado a los mitos, el viaje de Kafka remite a Edipo. Kafka ha perdido la referencia maternal y femenina luego de la huida de su madre y su hermana. Queda solo con su padre y escapa para encontrar esa absurda esencia típica que sirve a Murakami para mezclar las más extrañas historias. La extensión de la novela es incluso fantástica. Su desarrollo sencillo, los diálogos y la búsqueda on the road de los personajes, hacen increíble encontrarse frente a 592 páginas que a primera impresión suponen un denso ejercicio de lectura y no es más que una melodía envolvente, dinámica, la música de las palabaras, escribir – como señala el propio autor- como si tocara un instrumento, llevando en sus manos la responsabilidad del ritmo, la armonía, la improvisación y el sostenimiento. Significaciones –y obsesiones- que recuerda y rememora de la música (“Es verdad. No hay palabras nuevas. Nuestro trabajo es darles nuevos significados y tonalidades especiales a palabras absolutamente ordinarias.”), como si una de las pocas cosas que pudiera conseguir sea ese estado natural de sincronía entre el ser y el tiempo.



En Kafka en la orilla, Murakami regurgita nuevamente sobre viejas ansiedades. Pero no importa.










El lenguaje corporal encarnando la mudez, la ética del silencio y la esperanza. La estética de la desaparición. Todos rasgos que emparentan la obra de Murakami con la de Takeshi Kitano. Maestros de la oblicuidad.
No se cual de los dos pero uno es definitivamente parte del otro. Kitano un auténtico murakamiano o Murakami un auténtico kitaniano.
Tampoco importa.





Creo que Sputnik, mi amor sigue siendo mi novela favorita. Tal vez porque fue mi entrada en ese universo catatónico y desbordante de las novelas de Murakami o talvez porque fue solo Sumire la única que consiguió interactuar y engendrar y reproducir esa melodía –siguiendo el estado de sitio murakamiano- ausente y (des)encantada que es K., el personaje narrador perdido entre la responsabilidad de contar (“Donde no hay memoria no hay responsabilidad”), actuar y sobrevivir. Encarnación y combinación máxima entre instrumento y música en toda la obra breve de Haruki Murakami.



Se ha llevado al cine ya Tony Takitani, que larga alrededor de la película una combinación permanente entre voz en off y música (la melodía perfecta de Ryuichi Sakamoto). Aquí, lo de la música de las palabras es algo que Jun Ichikawa, el director de la película, ha comprendido perfectamente. Tony Takitani ha logrado sin ningún pudor mover y articular con total dominio nexos antes irreproducibles entre literatura –en estado puro- y cinematografía. Nos coloca frente a planos secuenciales que estimulan una lectura casi sobre página, estimulando, como es debido, la naturaleza sentimental del texto y los personajes. Colmando toda expectativa emocional por medio de un minimalismo casi puro.





Sueño con que algún día sea el propio Kitano quien dirija alguna vez Kafka en la orilla. Aunque en realidad ya lo hizo con Dolls.