En el poblado de San José viven 46 familias. Y en Quishuar Corral 85, aproximadamente. Este último tiene una escuela primaria creada a inicios de los 90. Su economía depende de la agricultura (papas, trigo, cebada, ocas, mashua, olluco, habas, chochos, avena, alverja, quinua, linaza) y la ganadería y crianza de animales menores. Quishuar Corral entrega un aproximado de 1000 litros de leche al día a la compañía de leche GLORIA, que paga por litro entre 60 y 70 céntimos.
San José entrega leche a Nestlé.
Un día aparecieron los mineros, a mediados de los 80. La gente del pueblo no sabía de qué se trataba. Llegaron unos gringos inmensos que la gente pensaba salían de los cerros y la laguna.
Lo que sigue es el testimonio de un campesino de la zona (dividido en dos áreas a su vez divididas en dos, la primera, y en 4 la segunda), narrado con ese espíritu provisto de inocencia, ingenuidad y bondad pura que caracteriza al poblador de la sierra, ajeno a las miserias de la costa.
Dicen que somos, el atraso.
LOS HECHOS
Los primeros contactos:
Desde el año 1988 hasta 1992 entraron en nuestras tierras a poner estacas, decían acompáñanos, algunos les acompañábamos nos daban una propina, otras veces los niños corríamos porque teníamos miedo, unos decían que ellos mataban, porque era gente mala salida de los cerros. Después ya llegaron con gente armada y sus maquinarias nuevas sin comprar ni arrendar terrenos, pensábamos que algo estarán haciendo, algunos pensaban qué bonitas máquinas, antes nadie venía por acá.
La gente tenía curiosidad, otros teníamos miedo.
Los niños pedían que les regalen sus baldes que quedaban de los combustibles, a veces les dábamos quesillos o cuyes a cambio de los baldes. La primera empresa que llegó era GEOTEC que sigue trabajando para Yanacocha hasta ahora.
Las Compras de Tierras:
(El año 1993, la Minera Yanacocha comienza a comprar tierras en la zona, hasta hoy, aunque han mejorado los precios porque la gente está más al aviso).
El primer ingeniero de la minera era Julio Escalante, que lo hacía llamar a la gente para que digan si son o no son dueños de los terrenos donde la mina había estado trabajando. El ingeniero pedía documentos de propiedad: "Si tienes título, escritura, si estás pagando predios eres dueño, sino no".
Luego apareció Esaú Sales diciendo que si no vendemos, la minera nos iba a expropiar los terrenos. El era muy abusivo, rápido gritaba. Con FORZA incluso prohibían que nos acerquemos con nuestro ganado a pastear, sin que hayan comprado las tierras, antes de que sean dueños ya no dejaban entrar, FORZA con su armas nos ponían.
La minera nos dijo que iba a sacar nuestras escrituras, que lo iban a corregir, midieron los terrenos, pagaron los predios, pero la medida era lo que ellos decían, no lo que nosotros señalábamos, y ya luego cuando estaban listas las escrituras ahí no más para ir al notario y vendelo las tierras, ya nada para hacer.
Los primeros campesinos que vendieron sus tierras fueron don Juan Castrejón Herrera a cien nuevos soles la hectárea, él vendió como 70 has., don Genaro Castrejón Pompa al mismo precio vendió como 12 has.; siguieron Teófilo Castrejón Flores, Manuel Castrejón Herrera, David Villanueva Yopla, Hermógenes Cueva Herrera, Rosario Herrera Castrejón y otros.
Cuando don Narciso Sánchez Minchán y otras familias como la de doña María Flores Herrera lloraban y rogaban para que no le quiten su terreno, entonces el Ing. Sales decía que esos terrenos solo valían 50 nuevos soles, y que ellos estaban pagando por un favor hasta 100 nuevos soles, que lo recibamos no más y si no queremos recibirlo la minera iba a poner el dinero en una banco de Chiclayo de donde con abogados teníamos que ir a cobrar y los abogados iban a cobrar su parte y menos dinero íbamos a recibir.
A mis hijos, mitayitos, que le gritaban al Ing. Sales diciéndole que no lo van a dejar el terreno ni que lo saquen el oro, el ingeniero das sacaba su correa y los corría, ¡como saben que hay oro malcriaos les decía!
Yo estaba, medio mal de la cabeza, solo mi esposa y mis hijitos defendían mi tierra. Yo tuve un derrame cerebral que me dejó malo desde 1994, era como loquito, me sacudía todo mi cuerpo, los ingenieros me llevaron en sus carros a firmar papeles no sé ni cuanto me pagaron, mi esposa recibió plata que se gastó en mis remedios y lo demás comimos, y ya sin tierras nos quedamos. Mis hijos eran chicos y dijeron que cuando crecían les iban a dar trabajo en la mina. A toditos nos acabaron engañando, Ignacio y Hermógenes casi todo lo vendimos. Hermógenes Cueva Herrera vendió 10.5 has. y con la otra mitad me quedé donde ahora vivo, al pie de la mina.
Los mineros, además del pago de la tierra ofrecían dar trabajo, y decían que solo iban a quedarse cinco años, y que cuando terminaban sus trabajos el terreno se iba a quedar con nosotros, que el pago era como un préstamo no más, antes mucho estaban pagando. Nos mintieron todo, al infierno seguro se irán un día.
Si alguna de nuestras casas quedaba en su propiedad, nos decían que podíamos quedarnos y pastar a nuestros animales. Algunos teníamos casa de pajita y pirca, al comienzo nos dejaban estar, pero después ya venían guapos y nos botaban, nos decían: la mina lo necesita tienen que salir a las buenas o a las malas, y tristes teníamos que salir, algunos llorando no más tenían que dejar su tierra.
El año 1995 fuimos a pedir ayuda a la Vicaría del Obispado de Cajamarca, con el padre Efraín. Siempre nos decían vamos a ver qué se puede hacer, nos sacaban cuotas para pasajes y documentos (de cincuenta en cincuenta) pero un día ya nos cansamos de venir tanto al pueblo y un día después nos llamaron para que aceptemos plata de un préstamo con plata de la mina. El que había vendido sus tierras podía sacar plata prestada, más resultábamos endeudados, y los empleados de la Vicaría cada vuelta venían a cobrar, algunos vuelta teníamos que empeñar nuestra casa para conseguir cómo pagar, otros no han pagado y no quieren pagar y así están hasta hoy.
LA CONTAMINACIÓN
Agua y Suelos:
En un inicio, las máquinas que perforaban botan como un desagüe, los mineros hacían un hueco en la tierra y allí lo metían los lodos sin poner plástico, ni cemento, nada, así no mas lo enterraban.
Al comienzo de las explotaciones enterraban cochinadas en el Carachugo de donde nacen las aguas, en la Quebrada de Encajón también echaban sus cochinadas (antes se llamaba Callejón, pero ellos le cambiaron el nombre, seguro para confundir).
Como la mina se siguió engrandando, en tiempos de lluvias bajaban las aguas a las tierras movidas y los entierros, todo sucio bajaba el agua. El canal Challaquero que nos da agua sale del botadero del Cerro San José. El agua del canal comenzaba a llegar sucia, de colores, marrón, amarillo, cuando las lluvias los canales se desbordaban y las suciedades se venían a nuestros terrenos. Solo después comenzaron a poner pacas de arroz, nylons para que la tierra no baje, pero cuando llovía mucho, todito lo bajaba.
Muchos amigos, vecinos vendieron sus tierras y ya se han ido a vivir a otro lugar. Yo vivo a 50 mts. de la presa del Río Grande, antes ahí habían manantiales que nos servían para la comida y el ganado. Pero después que construyeron la presa, de los dos manantiales solo se ha quedado uno. Ya casi no hay agua, no tenemos agua potable (Matías Cueva Castrejón). Yo me fui hacer reclamo a la minera porque se perdió el manantial, pero ellos me dijeron que como los demás ya se han ido y yo no tenía resolución para usar el manantial, entonces me dijeron que no soy dueño, porque no tengo permiso del Distrito de Riego, entonces ya no pude hacer un reclamo cabal, un reclamo justo.
Las aguas llegan sucias, amarillo, rojo, marrón. Nosotros reclamamos pero nadie obedece.
Animales:
Al comienzo no pasaba nada con los animales, pero después los animales que tomaban esas aguas o pasteaban se enfermaban, comenzaban a enflacarse y después se morían. Algunos otros se morían de enfermedades raras, cuando lo partíamos encontrábamos alambres en el corazón o en la panza, los alambres son de las pacas de arroz que la minera coloca en los terrenos para controlar la erosión.
Una vez hemos pedido apoyo al Servicio Nacional de Salud Animal - SENASA, pero los ingenieros no nos han ayudado, ellos más andan con los ingenieros de la mina.
Los mineros dicen que cuando las ovejas se pelan su piel o los ganados se mueren es por otras enfermedades. Algunas veces la mina mandaba una excavadora para hacer un hueco y allí lo enterraban los animales. Será pues la contaminación, ya no se puede comer esos animales. Mejores vacas, mejores toritos, se mueren no más.
Aire:
En tiempos de verano, todo es polvo, olores terribles como si quemaran cohetes o llantas quemadas, duele la cabeza, como tipo de niebla viene y como borrachos nos deja. Depende de cómo está el aire, unos días a Quishuar, otros a La Apalina.
También se siente como temblor, en nuestras casas todo el piso se mueve, las tejas se salen de su sitio. Varias paredes de las casas se han partido, los mineros dicen que es porque no lo ha hecho bien el albañil. Hasta el reservorio del agua que es de cemento se ha rajado. Cuando hemos reclamado a la mina, a los señores Alberto Herrera, a Segundo Terrones Cotrina y Mónica Jacobs vinieron a ver y dijeron que no es producto de los disparos de la mina, sino de la naturaleza porque los terrenos son sueltos. Ellos llevaron unos aparatos raros para medir a la hora de disparo de la mina, y luego nos contestaron con documentos que dicen que las roturas de las viviendas no son por los disparos sino por razones naturales.
Del polvo dicen que todo está controlado, y que no hay problemas, que el polvo es muy pequeño y no causa daño, pero nosotros lo vemos en tiempo de verano cuando caminamos en el pasto, todo el polvo se levanta cuando caminamos, y en tiempo invierno todas sucias bajan las aguas de los pastos.
Daños:
Cuando construyeron la presa, la mina destruyó un puente que lo habíamos construido las comunidades de Quishuar, Combayo, La Shacsha. Los mineros usaron los caminos que nosotros habíamos hecho hasta que un día lo tumbaron el puente. Yo reclamé, (Matías Cueva Castrejón) al Ing. Esaú Sales, pero él me amenazó diciéndome que tiene ocho abogados y que no me meta. Yo les mandé un documento reclamando, y me amenazó diciéndome "pendejo", ya no te vamos a comprar tus tierras, a lo que le dije que yo no quiero vender mis tierras, la conversación acabó mal, me dijo que entonces la mina será como con "los monos", una lucha será. Ahora, cuando llueve mucho, el agua entra hasta nuestra casa, toda una lástima, porque en los terrenos de los vecinos que ya han vendido a la mina han hecho como sequías, unos huecos, ahí se junta el agua y luego pasa a mi tierra y a mi casita, qué ya podemos hacer, cosas nos vienen haciendo, quién podrá verlo a los pobres.
Recientemente (26-03-2006) la minera ha hecho vuelos rasantes con un helicóptero, los niños lloran y se asustan, los animales se asustan también, rompen sus sogas, otros se atracan y manean, pueden ocurrir daños. No queremos que la minera asuste a nuestros niños y nuestros animales. Qué ya podemos hacer, nadie hace caso.
Los ingenieros de la mina a veces se van a la comunidad cuando reclamamos, llegan y ofrecen todo: vamos a hacer agua, luz, carreteras y nunca cumplen, les vamos a dar trabajo han firmado uno y otro compromiso, pero nunca cumplen o cumplen poco.
Trabajo:
A veces la mina nos ha dado trabajo en los services, unas existen y otras ya no (Multiservicios Porcón, SEGELPA, Nueva Esperanza y otras) nos hacían trabajar, pero al final varias de estas empresas se han ido sin pagarnos. Nos hemos quejado al Ministerio de Trabajo, pero solo hemos perdido nuestro tiempo, el Ministerio de Trabajo dice que si Yanacocha lo ha pagado al service, el problema no es de la mina. Aunque hemos trabajado para Yanacocha, la mina dice que no es su problema sino de la empresa de service.
Hemos trabajado en horarios de 7 a.m. a 6 p.m. con media hora o veinte minutos de almuerzo, de lunes a sábado, comiendo frío nuestro fiambre, pensando que nos van a pagar, pero no nos pagaban, y luego para reclamar, no había ni plata para enjuiciar. Los services ofrecían pagar a un peón 500 nuevos soles, un capataz a 600 ó 700 nuevos soles, pero al final muchas veces ni pagaban nada. Al capataz, o al chofer que llevaba el personal si le pagaban a tiempo para que lleve al personal, pero el peor era el peón. Para trabajar incluso teníamos que llevar nuestras propias herramientas. Todo sufrimiento.
¿Algún día alguien (EL ESTADO y nosotros, la sociedad) se ocupará de ellos?