Desde Haya de la Torre y la Reforma Universitaria, el APRA siempre mantuvo y generó problemas consolidando una fuerte hegemonía, un circuito cerrado alrededor de una élite provocadora que devino densa, intolerante y sectaria, afectando en la práctica los principios de agrupación y colectividad conquistados y configurados en la época (1). La hegemonía del APRA y de Patria Roja contribuyó a empobrecer la vida académica en las universidades.
Desde su fundación, inventada para dar forma a una revolución popular inmediata como grupo y horizonte antioligárquico, el APRA se ha convertido en tradición. El objeto de su visión y misión es posteriormente debilitado y destruido por la dictadura y las reformas de Velasco Alvarado. Deviene en demagogia y corrupción. El único horizonte que perfila en la actualidad Alan García es el de la retórica (2).
Hoy, estamos frente a una ideología y un grupo que no ha sufrido transformaciones ni ha sido reinventada con el tiempo.
Vacío de contenido, el partido y su líder se comercializan canalizados por los medios de comunicación y presentados como espectáculo. La tradición (3) se convierte en folklore. La práctica y su discurso político en kitsch.
Sus mítines reunieron lo más variado de la “cultura popular”. Todo reducido a la identidad de “pueblo”con la que surge en un principio el APRA.
Hoy un discurso innecesario. Decir APRA no es más una forma de decir pueblo. No hay espacio para las polaridades. El horizonte es complejo. Su identidad agotada.
En el último proceso electoral el APRA se aproximó a los jóvenes reduciéndolos al lenguaje del reguetón. Esta simplificación del lenguaje reduce a la juventud a una categoría ciudadana de residuo, restándole complejidad a la realidad y argumentos (creativos) a los propios jóvenes. Excretándolos, han hecho del espectáculo un código. Y han sido aceptados. Ciudadanos de categoría residual.
El sectarismo obligó en algún momento que jóvenes salidos de la universidad tuvieran que obtener el bendito carné aprista para postular a un puesto de trabajo o realizar alguna práctica en el municipio de la ciudad. Los programas juveniles fueron entregados a la Juventud Aprista al interior de la municipalidad y el resto de programas venidos de grupos de jóvenes universitarios y exteriores al partido -apelando a la pretendida democracia que vindican- fueron excluidos (4). La mayor forma de exclusión, racismo y corrupción es aquella que proviene de la idea de partidismo, un fundamento diferente a la práctica partidaria e ideal (5). Para muchos de sus dirigentes, el partido no es una entidad sin fines de lucro, sino de lucro sin fin. Violencia y corrupción. La tragedia del Perú es que el APRA no ha completado su conversión a la honradez y la tolerancia (6).
Las tradiciones llevan incorporadas poder. Han sido inventadas para legitimar un dominio. El ritual y la repetición son las características esenciales de cualquier tradición. Las tradiciones no son una cualidad del comportamiento individual. La tradición es una práctica colectiva que se cumple sin interrogantes. En el cumplimiento de una práctica política tradicional no hay que hacer preguntas ni comentarios sobre otras posibles alternativas. El dogma es su principio.
Las tradiciones y costumbres dan forma y continuidad a nuestra vida. Los rituales y la repetición tienen un fuerte e importante papel social en la vida de los individuos y las colectividades. Enraizada la tradición, es más difícil vivir de una manera mas abierta, crítica y reflexiva. El repliegue de la tradición trae consigo y de vuelta el valor de la libertad y la autonomía de la que carece gran parte de la población y el electorado aprista (6). La libertad y la autonomía exigirían tomar verdaderas y responsables decisiones en la vida política y cotidiana. El derrumbe de la tradición posibilita un contexto de mayor libertad de acción y verdaderas posibilidades de cambio y desarrollo. No somos libres solo por elegir. Dejamos de ser libres cuando elegimos pero reconocemos y reforzamos con esto nuestra autonomía para tomar decisiones a la hora de actuar.
El pasado estructura el presente a través de la tradición y las costumbres.
El APRA no solo rodeó al Estado sino que penetró fuertemente en las familias, el trabajo, el barrio y las universidades. No constituye -en la actualidad- un medio de trascendencia personal, ética y moral. Ya no consolida progreso. Las creencias y los sentimientos individuales son compartidos e instituidos intergeneracionalmente.
Muchas de las tradiciones y costumbres (7) conservadas por la sociedad trujillana, son practicadas por una élite conservadora que revalora con esto su poder social. Que necesita afirmarse, confirmar y legitimar su posición en una sociedad donde las diferencias sociales confluyen en un mismo espacio (social y de entretenimiento). Donde surgen las posibilidades de acceso y escala imaginarios. Nos encontramos en una ciudad donde estúpidamente existen categorías del tipo VIP para consolidar esa soñada diferencia. Para mirar al otro por encima de su cabeza y garantizar con esto una posición y dominio. Un falso estatus y una vieja y colonizadora diferencia.
No se trata de otra cuestión: poder.
Y la identidad del yo en sociedad post o neocolonial se sustenta con la estabilidad de las posiciones y el juego social. Yo por encima de ti.
El poder y dominio de la tradición pseudocristiana y militar en la educación y las escuelas implican el atraso, el retroceso. Involucra dinámicas represivas que dificultan e imposibilitan la voluntad y desvirtualizan la práctica humana. La convivencia.
Una educación que atenta contra la voluntad y el organismo jamás consolida un ejercicio libre, autónomo y vital. Conforma individuos desorientados e indeterminados, con escasa voluntad. Sujetos de poder.
La base de nuestra identidad y percepción del yo cambiaría con el derrumbe de la tradición que se convierte en artificio.
¿Qué significado tiene el ser aprista?
Imagino (y se trata solo de mi percepción), que configura un sostén y un relato esperanzador. Configura la seguridad de un dominio y una “hermandad” solidaria. Una experiencia temporal donde compartimos la voluntad y el poder –perpetrado en sociedad- de ser en comunidad. Del mismo modo configura el partidismo antes referido. Opciones de control y poder.
La naturaleza del voto aprista tiene su origen en la tradición. Sus mecanismos han sido estructurados por la costumbre que trae ritual y repetición.
Todos esperan mejorar su propio (micro) cosmos.
Somos historia contada por otra historia. Las tradiciones y costumbres inventadas son artificiales. Son utilizadas solo para ejercer poder.
Nos queda, sino, renovar nuestra identidad. Deconstruir las viejas costumbres y tradiciones. Las historias contadas. Y construir una nueva historia de lo que somos. Porque nuestra identidad está en el futuro.
(1) El movimiento universitario en el Perú surge en la lucha por la Reforma Universitaria bajo la inspiración del Manifiesto de Córdova. En 1919 se toman por primera vez algunos locales y aparecen las huelgas en la Universidad Mayor de San Marcos. En 1920 la ley 4004 reconoce las principales demandas estudiantiles y se crea la Federación de Estudiantes del Perú, liderada por Víctor Raúl Haya de la Torre. La universidad se convierte en foco de agitación política e intelectual, con visiones claramente enfrentadas entre estudiantes progresistas y profesores civilistas. Vendrían luego los problemas entre los estudiantes luego de que el APRA toma mayor fuerza (gobierno de Bustamante y Rivero) en los sindicatos de trabajadores y en las federaciones estudiantiles (escolares y universitarias). El APRA nombra autoridades de la misma filiación, impidiendo la participación de jóvenes de otras agrupaciones políticas. Surgen los problemas antes mencionados. (Fuente: La juventud como trampolín: los movimientos universitarios. Sandro Venturo. Contrajuventud. Ensayos sobre juventud y participación política.) Recomendable.
(2) Sandro Venturo.
(3) Sigo en adelante la línea utilizada por Anthony Giddens para reflexionar sobre la tradición.
(3) Sigo en adelante la línea utilizada por Anthony Giddens para reflexionar sobre la tradición.
(4) Como me contaron los chicos del Consejo de Participación Juvenil, representates de la Conaju en la región en una reunión a la que asistí. Sus proyectos no pudieron ser desarrollados debido al favoritismo por la Juventud Aprista.
(5) Entiéndase por partidismo aquella forma de beneficio entre “compañeros”, más allá de la calidad personal y los atributos para ocupar un cargo estatal. Se favorece a los amigos y miembros de la misma agrupación. Una figura dictatorial en lo correcto.
(5) Entiéndase por partidismo aquella forma de beneficio entre “compañeros”, más allá de la calidad personal y los atributos para ocupar un cargo estatal. Se favorece a los amigos y miembros de la misma agrupación. Una figura dictatorial en lo correcto.
Por otro lado, el ideal partidario tiene una figura totalmente democrática, donde el gobierno no es el estado y se trabaja con los mejores, más allá del credo y la agrupación política. Se convocan para los cargos públicos, a los mejores.
Partidismo e ideal partidario son argumentos que agradezco en su claridad a mi amigo José Manuel Valderrama.
(6) Víctor Hurtado, periodista.
(7) Festivales de la marinera, Festivales de la Primavera, actividades culturales diversas, cócteles y protocolos.
(6) Víctor Hurtado, periodista.
(7) Festivales de la marinera, Festivales de la Primavera, actividades culturales diversas, cócteles y protocolos.