No existe la “guerra sucia”. Ni los acusados de cometer guerra sucia. Tal, es una falacia que intenta esconder siempre un desorden mayor. Responde al desinterés y la incapacidad de los “enemigos” para cumplir con las reglas y deberes de una contienda política. Una guerra ética y moral.
Así tampoco existe una “guerra limpia”. Toda guerra es una guerra. Y por naturaleza canalla. Hay un grueso error de concepto cuando se intenta descalificar los mecanismos enemigos con el argumento de la guerra sucia. Hay un pacto ético y una ley de procesos electorales que respetar. Es lamentable que una contienda electoral se convierta en una lucha de bandos (o de bandas) interesados únicamente en llegar al poder preocupados por sus intereses. Conceptos de poder que se diferencian del poder-hacer y el poder-creativo. La ley de la guerra es el poder dominar.
Su figura es vencer. El fondo es el daño y la violencia procurada al otro. La victoria del poder y sus intereses.
Ninguna guerra trae consigo justicia ni se impone a los límites de la verdad.
Su dinámica involucra no aceptar ninguna regla. La incomprensión y la ignorancia para llevar a cabo el diálogo. La violencia y la incapacidad de reconocer al otro como otro humano. De respetar sus derechos. Y de cumplir cada cual con su deber en el proceso. Preocuparse cada quien por sus “ideales” y defenderlos sin ánimo y necesidad de recurrir a los defectos del otro y la agresión. Generar y configurar un hecho únicamente desde su propia perspectiva. Si no cumples con tus deberes no tienes derechos. Responsabilidad y humanismo.
Todo lo que aparece detrás es, en su función esclarecedora, tarea del ciudadano inteligente, preparado y educado para conseguir información y analizarla. Procesar la historia y definir sucesos. Es además función del periodismo y los medios de comunicación hoy convertidos en espectáculo y sensacionalismo popular y mediocre. Su tarea es informar y la nuestra su proceso: el análisis y su conclusión. La (re)lectura.
En un juego de bucle constante, los atacantes se presentan como víctimas y las víctimas pasan a ser posteriormente victimarios. Una disociación enferma. Esquizofrenia política y feedback tanático.
Somos incapaces de aceptar la ruina. Evidencia de una representación incapaz de concertar y conciliar y moderar una contienda. Representantes de un pueblo polarizado y (in)diferenciado. Incapaz de asumir un proyecto, la reconciliación es patrimonio de nadie.
Y es imprescindible la emergencia de proyectos y descripciones que unan y no que separen. Coordinar la acción conjunta.
Si he de elegir alguno, ya elegí a los dos.
2 Comments:
Super color scheme, I like it! Good job. Go on.
»
12:18 p. m.
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»
6:13 p. m.
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