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Como manifiesta Nelson Manrique, Alan García no ha solo ha ganado su pase a la segunda vuelta. Alan García ha ganado ya estas elecciones. Las acusaciones recibidas en su contra han sido reducidas sencillamente a su papel en el desastroso gobierno del 85; cometió un pecado más no un delito.
Ha sorteado ya los delitos que cometió: la mano negra en el negociado del tren eléctrico, la compra de los Mirage, el manejo de las reservas peruanas y el BCCI, etc.

Se acogió a la figura legal de la prescripción que se produjo porque mientras vivía en París se cumplió el plazo legal para enjuiciarlo. Luego, consecuentemente pudo haberse puesto a disposición del Poder Judicial y demostrar esa pretendida inocencia que no duda en mostrar y ser legalmente absuelto pero no, prefirió ampararse en el argumento de que Fujimori y Montesinos lo habían investigado y no le habían demostrado nada, lo cual probaba su inocencia (sí, como si los dos personajes más corruptos de la historia pudieran avalar la inocencia de alguien).

Alan está legalmente en su derecho. ¿Pero éticamente? La respuesta es clara. Esta garantía de los valores éticos y morales mostrada por Alan García y el partido aprista peruano (me remito a las duras declaraciones de Javier Valle Riestra hace algunos años cuando calificaba a Alan de ladrón y formulaba que de poder cambiar las leyes y la constitución metería de por vida en la cárcel a García por toda la corrupción de su gobierno, por llevar al país a la ruina y por nombrarse heredero de Haya de la Torre y haber manchado su imagen. Ahora Valle Riestra parece haber olvidado todo y es un ya un congresista del partido que lidera aquel que repudió y condenó en una época. Por suerte -aunque la suerte siempre está de más- están los archivos de esa entrevista y el video mostrado), es la mejor garantía que tiene Alberto Fujimori para volver limpia y legítimamente al Perú y volver a gobernar.

Se equivoca (como casi siempre que habla de política o de Irak y los Estados Unidos) Mario Vargas Llosa cuando llama a un frente democrático liderado esta vez por Alan García y en comunión con Unidad Nacional para hacer frente a Ollanta Humala. Es un mal chiste creer en Alan García como defensor de la democracia con toda esta realidad y sus antecedentes.

Pero hay quienes aún confían en la madurez de Alan García y el partido. Hay que darle una segunda oportunidad dicen.
Hay quienes piden cambio y reposición moral y aun confían en Alan García cuando lleva a la primera vicepresidencia al aún oculto Luis Giampietri y declara su entusiasmo por los jueces sin rostro y en disolver el Parlamento.

Estas elecciones confirman que el voto es un instrumento y símbolo de poder de un hombre libre para hacer de sí mismo un tonto y de su país una ruina.