Somos un pueblo cargado de sensaciones. De sentidos. Fuertemente mítico.
Y no hacemos más que sentir aunque paradójicamente ya nada nos afecte. Como las cutter, muchachas que han perdido el contacto y para sentir que algo es real, recurren a la gillette como mejor amiga para generar sensaciones cortándose la piel, provocándose serias heridas solo para sentir que “algo” es real.
Digamos que un ciudadano que pertenece a un segmento social “medio” o “alto”, de condiciones estables o privilegiadas, tenga que escoger entre Alan, Lourdes y Ollanta; el voto de las encuestas.
Estoy seguro que para éste elector, un eventual gobierno de Lourdes Flores significaría continuismo y estabilidad económica y social. Más allá de que tenga que escoger por el mal menor.
Y para un aprista lo mismo y quizá incrédulos y guiados por su ceguera paradigmática, progreso y cambio.
Pero para una persona de escasos recursos económicos, para aquellos excluidos que viven en el abandono de la periferia y han visto desfilar ya 4 o más gobiernos “democráticos” -exceptuando el de Fujimori- y su situación sigue siendo la misma, el voto a aquel que nosotros condenamos (en este caso, Ollanta Humala), es razonado desde la misma lógica continuista y estable del segmento social medio y alto del voto hacia Lourdes o Alan García. Por eso eligen al “outsider” que representará para ellos la esperanza del cambio y la inversión del sistema, y en el peor de los casos, el continuismo de todos los años. Y el cambio que no llega aumenta la soledad de los excluidos, ahí donde hay pobreza.
Por eso no podemos pensar ni calificar este voto como irracional (dentro de su contexto). Hay razones del corazón que la razón no entiende. Y ellos tienen sus razones que creen justificadas en este sentido. Han aprendido a desconfiar de los políticos. No tienen nada que perder y se atreven a probar la novedad de un discurso violento que aclare su sentimiento de revancha y venganza, su sed de sangre. Porque a muchos les han quitado a su chino y su dictadura (Rafo León dixit). Esto es lo que han aprendido.
Me tocó estar el domingo último como asesor y responsable junto a dos compañeros del área de Psicología y Desarrollo Organizacional de la P.N.P y la Comisaría Florencia de Mora, en la reunión de un grupo de 40 juntas vecinales de seguridad ciudadana de este distrito para asesorar y apoyar su trabajo. Y el malestar y resentimiento que sienten y motivan sus autoridades es un hecho alarmante, penoso y lamentable. Han perdido la confianza en su propia comisaría y son testigos de la corrupción que domina parte de la Policía Nacional. Son testigos de los cupos que pagan los delincuentes a las patrullas y algunos vecinos que denuncian los hechos son señalados y amenazados como “soplones” y el apoyo a la lucha contra la delincuencia y el pandillaje de la policía en la zona es mínimo. Semanalmente las rondas ponen en cada patrullaje todo el riesgo que expone enfrentar a los delincuentes. Un vecino de 50 años ya ha sido herido mortalmente en una ocasión. Ellos han decidido expresamente confiar solo una vez más en la policía y afirman que de no ser atendidos tomarán justicia con sus “propias manos”. He visto a uno de los delegados de la junta hablar de la policía y la injusticia y narrar la muerte última de un adolescente en Winchanzao con los ojos húmedos y a punto de sollozar tímidamente de impotencia. Este pedazo significativo de la población está con la herida abierta y sangrante, y su deseo de venganza es también el desprecio a un sistema.
Algunos peruanos desde su situación aprenden y muy bien, aunque los califiquemos de irracionales. La idea de una política civilizatoria desde la educación, que no reduzca el pensamiento y la acción política sino que busque darle sentido y se transforme en una herramienta compleja como respuesta a los problemas (Morin), es una de las soluciones. Y otra solución es definitivamente el afecto desde el trabajo y las instituciones de base para recuperar la confianza. Establecer nuevamente el diálogo y la comunicación sin ruidos que dificulten una comprensión. Recuperar a esa enorme cantidad de heridos y devolverles por medio del trabajo afectivo, la confianza y el autoestima que solo se genera en la interacción personal.
E inmediato como soluciones con aquella porción que inclina su voto al candidato Ollanta Humala.
Rechazando a los “ogros filantrópicos” (como los denominó Octavio Paz) que cultivan el paternalismo infecundo y regalan y ofrecen a cambio de un miserable voto.
Para llegar a ser lo que aún no somos.
Y no hacemos más que sentir aunque paradójicamente ya nada nos afecte. Como las cutter, muchachas que han perdido el contacto y para sentir que algo es real, recurren a la gillette como mejor amiga para generar sensaciones cortándose la piel, provocándose serias heridas solo para sentir que “algo” es real.
Digamos que un ciudadano que pertenece a un segmento social “medio” o “alto”, de condiciones estables o privilegiadas, tenga que escoger entre Alan, Lourdes y Ollanta; el voto de las encuestas.
Estoy seguro que para éste elector, un eventual gobierno de Lourdes Flores significaría continuismo y estabilidad económica y social. Más allá de que tenga que escoger por el mal menor.
Y para un aprista lo mismo y quizá incrédulos y guiados por su ceguera paradigmática, progreso y cambio.
Pero para una persona de escasos recursos económicos, para aquellos excluidos que viven en el abandono de la periferia y han visto desfilar ya 4 o más gobiernos “democráticos” -exceptuando el de Fujimori- y su situación sigue siendo la misma, el voto a aquel que nosotros condenamos (en este caso, Ollanta Humala), es razonado desde la misma lógica continuista y estable del segmento social medio y alto del voto hacia Lourdes o Alan García. Por eso eligen al “outsider” que representará para ellos la esperanza del cambio y la inversión del sistema, y en el peor de los casos, el continuismo de todos los años. Y el cambio que no llega aumenta la soledad de los excluidos, ahí donde hay pobreza.
Por eso no podemos pensar ni calificar este voto como irracional (dentro de su contexto). Hay razones del corazón que la razón no entiende. Y ellos tienen sus razones que creen justificadas en este sentido. Han aprendido a desconfiar de los políticos. No tienen nada que perder y se atreven a probar la novedad de un discurso violento que aclare su sentimiento de revancha y venganza, su sed de sangre. Porque a muchos les han quitado a su chino y su dictadura (Rafo León dixit). Esto es lo que han aprendido.
Me tocó estar el domingo último como asesor y responsable junto a dos compañeros del área de Psicología y Desarrollo Organizacional de la P.N.P y la Comisaría Florencia de Mora, en la reunión de un grupo de 40 juntas vecinales de seguridad ciudadana de este distrito para asesorar y apoyar su trabajo. Y el malestar y resentimiento que sienten y motivan sus autoridades es un hecho alarmante, penoso y lamentable. Han perdido la confianza en su propia comisaría y son testigos de la corrupción que domina parte de la Policía Nacional. Son testigos de los cupos que pagan los delincuentes a las patrullas y algunos vecinos que denuncian los hechos son señalados y amenazados como “soplones” y el apoyo a la lucha contra la delincuencia y el pandillaje de la policía en la zona es mínimo. Semanalmente las rondas ponen en cada patrullaje todo el riesgo que expone enfrentar a los delincuentes. Un vecino de 50 años ya ha sido herido mortalmente en una ocasión. Ellos han decidido expresamente confiar solo una vez más en la policía y afirman que de no ser atendidos tomarán justicia con sus “propias manos”. He visto a uno de los delegados de la junta hablar de la policía y la injusticia y narrar la muerte última de un adolescente en Winchanzao con los ojos húmedos y a punto de sollozar tímidamente de impotencia. Este pedazo significativo de la población está con la herida abierta y sangrante, y su deseo de venganza es también el desprecio a un sistema.
Algunos peruanos desde su situación aprenden y muy bien, aunque los califiquemos de irracionales. La idea de una política civilizatoria desde la educación, que no reduzca el pensamiento y la acción política sino que busque darle sentido y se transforme en una herramienta compleja como respuesta a los problemas (Morin), es una de las soluciones. Y otra solución es definitivamente el afecto desde el trabajo y las instituciones de base para recuperar la confianza. Establecer nuevamente el diálogo y la comunicación sin ruidos que dificulten una comprensión. Recuperar a esa enorme cantidad de heridos y devolverles por medio del trabajo afectivo, la confianza y el autoestima que solo se genera en la interacción personal.
E inmediato como soluciones con aquella porción que inclina su voto al candidato Ollanta Humala.
Rechazando a los “ogros filantrópicos” (como los denominó Octavio Paz) que cultivan el paternalismo infecundo y regalan y ofrecen a cambio de un miserable voto.
Para llegar a ser lo que aún no somos.
2 Comments:
Entendemos perfectamente la rabia arraigada en la mayoría de peruanos. Te doy mi opinión en mi espacio.
P.D. Y con la votación respecto a aquella ley que también apoyo JDC, bueno...Lo que voy a decir lo dejo al criterio tuyo y de cualquiera, pero no quiero que malinterpreten mis palabras: Yo se que los terroristas deben recibir todo es peso de la ley, pero el MRTA no fue lo mismo que Sendero. Ojo, no estoy defendiendo para nada a los emerretistas (de hecho fue y es un movimiento nefasto para el Perú), pero varios fueron encarcelados en épocas de los 80's y 90's (sobretodo estudiantes y docentes), solo porque en sus casas encontraron ciertas lecturas comunistas. Muchos hacen la siguiente relación: socialismo-comunismo-patriaroja-terrorismo-nacionalismo-cheguevara-cuba. Y muchos sabemos q no es así. Dicen que los comunistas tienen corazón blando para los terroristas, y está mal; pero hay muchos socialistas que no son ningunos radicales. Quizá pasó lo contrario por la cabeza de JDC: se le salió su color rojo más arraigado. Se que estuvo mal. No compartí esa idea pero, sin embargo, por ese motivo no voy a cambiar mi pensamiento. Nadie es perfecto. Nada es perfecto.
Nos estamos leyendo, jorge.
2:47 p. m.
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