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1 comments | lunes, marzo 27, 2006

los humala
Papá quiere al hijo, el hijo quiere al padre. Ambos quieren y no lo mismo.

Hay un vínculo que conecta biográficamente a Ollanta Humala con Vladimiro Montesinos. Es el vínculo familiar. Un proyecto. La relación con el padre y la familia. Un deseo perverso. El poder.

Trataremos de comprender en lo siguiente, la humanidad de Ollanta Humala. Establecer una aproximación (1). Un diálogo con la figura perversa de Vladimiro Montesinos (2).

La “novela familiar” de los Humala y los Montesinos, esta signada por una estructura que proviene de un régimen patriarcal que se extiende desde lo familiar a lo social posterior y ordenadamente.
En su época, la familia Montesinos perteneció al “patriarcado urbano arequipeño” (3). Estas familias pertenecían a una élite aprovechada y gozaban de un gran prestigio social. Eran una familia de excéntricos conocidos precisamente por “su locura” y su “fama de extraños”. El padre de Vladimiro, Francisco Montesinos fue el menor de catorce hermanos.

La tradición patriarca empieza a derrumbarse en un contexto arequipeño que empezaba a configurarse móvil distintamente, y los Montesinos bajaban tropezando vergonzosamente el escalón del segmento social al que inicialmente pertenecían. Con esto se derrumbaba la tradición y el poder. Cada miembro de la familia se abría y formaba su nueva familia. Francisco Montesinos no llega a ser un profesional y se casa con una muchacha de condición humilde. Vivían en la zona de servicio de lo que anteriormente había sido la casa de los Montesinos. Su situación fue considerada una vergüenza y un descaro para la familia. Vienen los hijos. Vladimiro es el mayor de los cinco y sobre él se deposita toda la confianza en el proyecto de recuperar lo perdido. Vladimiro tiene que ser militar y desde ahí llegar al poder y honrar a la familia. Todo lo más valioso para Vladimiro es aquello que no tiene. Aquello de lo que carece y no tiene ya su padre ni la familia: poder, éxito, dinero y posición social. Voluntad y principios. Vladimiro desprecia a su padre por proyectar sobre él su figura. Se siembran el rencor y el desprecio. El odio a su padre.

La carrera militar es larga y jamás le permitiría ver consolidado el proyecto. Una posición tensa y difícil se apodera de Vladimiro. Tendría que elegir un camino más corto para llegar al poder y satisfacer las ambiciones de su padre convertidas ya en su propia ambición. Una ambición perversa. Y comienza una carrera arribista de ascenso como asesor, incluyendo dentro de ella la adulación hacia los generales de rango mayor para consolidar con confianza lo que vendría después. De esta forma cumpliría con el encargo paterno. Con la voluntad del padre. En nombre del padre.


El poder deshecha los medios y se convierte en un fin. El uso del poder es perverso y la perversión consiste en desgarrar al otro, en suscitar a la vez su deseo y su culpa, en gozar con su sufrimiento (3). Y el resto es lo que conocemos.

Montesinos funda una ética de 4 aristas:

1. Engañar al otro se justifica según mis intereses.
2. La doble moral, emplear códigos para enjuiciar un mismo hecho, no es algo problemático ni cuestionable.
3. La ley debe estar subordinada al poder, al menos mientras yo la detento.
4. Yo me merezco todo y quien no lo reconoce puede ser destruido.

Una ética fundada en el camino de la servidumbre en vez del camino de la libertad. Ética que se justifica en el camino de “la reconstrucción nacional y moral”. Ética equivalente al discurso de Humala que no sabe sino desafiar, contestar las preguntas que sólo el considere correctas según sus intereses. Buscando otras respuestas. Desafiando al Poder Judicial. Tentando a la violencia. Reclamando la insurgencia. Conocemos el mecanismo usado por el comandante en Madre Mía. Su doble moral. Su (in)capacidad para articular un discurso. Para salir del paso. Sonriendo.

¿Por qué produce caos el discurso humalista? Porque es un pensamiento falso. Si fuese verdadero produciría orden. Son sus propias ideas la fuente del desorden. Desorden que lo confunde todo. Que produce el (auto)engaño e impide cualquier operación correcta. Y deshecha los medios. Y hace necesaria la corrupción.
Lo de Ollanta Humala lo (re)conocemos por las últimas declaraciones de su madre (5). Ha iniciado el relato. En Ollanta está depositado el proyecto de su padre, Isaac Humala. El sueño del golpe militar. El sueño del proyecto etnocacerista. La llegada al poder para transformar la democracia y convertirla en un proyecto totalitario y nacionalista. El relato de los Humala tiene puntos en común con el de Montesinos en la figura del padre y la forma del deseo. Para el jerarca de los Humala, nunca hubo mejor manera de capitanear literalmente el estado, que desde un golpe militar. Por eso necesitaba que sus hijos se convirtieran en oficiales del ejército peruano. “Si uno fallaba, el otro podía tomar la posta”, repetía Isaac Humala en referencia al propósito que tenía destinado a sus hijos. Y el primero en fallar fue Ulises, el hijo mayor. Le tocaba el turno a Ollanta, que en algún momento sintió lo que el joven Vladimiro Montesinos: que su padre no tomaba en cuenta sus decisiones y se orientaba únicamente por sus necesidades y deseos personales, plasmadas sus ideas políticas en sus hijos. Ollanta sintió rechazo e incluso hubo discusiones con su padre que incluyeron la amenaza con irse de casa sino se respetaban sus decisiones y derechos. Ollanta dejó finalmente su carrera de Zootecnia en la Universidad Agraria convencido totalmente por su padre y la familia. Dato curioso: cuando Emilio Camacho (7), pregunta a Isaac Humala porque fue tan frío y distante con sus hijos, este responde: “El amor estaba ahí, pero el amor no se exhibe”.

Antauro y Ollanta recibieron como Vladimiro Montesinos, ayuda extra para mantenerse en la carrera militar. Su padre recurría constantemente a las viejas amistades para proteger a sus hijos de las vicisitudes de la vida castrense necesarias para llegar al poder y no declinar en el camino. Y todo vínculo en Ollanta es familiar; pocos saben que Nadine, su esposa, es también su tía. Ángel Heredia Palomino, padre de Nadine, es tío de Elena Tasso, la madre de Ollanta. Elena y Nadine son primas. Y Nadine aunque menor, es tía de Ollanta.

Isaac colaboró desde el primer momento con el proyecto actual de Ollanta Humala (que aunque niegue, tiene la base ideológica de su padre), convertido el Movimiento Nacionalista Peruano en el Partido Nacionalista Peruano. La herencia es total, aunque Ollanta insista su independencia y niegue similitudes y trate de mostrar diferencias con el discurso de su padre.

Esto es lo que dice su padre:

(21/01/06): "Ollanta, por la causa del Perú, hablaría hasta con el diablo".
"La carrera militar es una pista hacia el poder".

(02/02/06): “Lo que estamos viendo es que en el Perú, como una entonación, los nacionales tienen que ser los cobrizos andinos. El resto serán ciudadanos con derechos”.

(17/03/06): "Víctor Polay no es un delincuente común, es un delincuente político, y no hay razón para que continúe en prisión. No me he puesto en la cabeza de mi hijo Ollanta, que está más cerca de llegar al poder, pero yo, si fuera gobierno, lo amnistiaría (a Polay) y también a Guzmán, porque el senderismo ya no es peligro y está derrotado".


Esto es lo que dice su madre:

(21/01/06): "Yo les apuesto a ustedes que con dos violadores fusilados ya no habría más violaciones. Y con dos homosexuales que sean fusilados ya no habría en la calle tanta inmoralidad".

(21/01/06): "Lo que hará Ollanta, será llevar el nacionalismo que utilizóVelasco Alvarado".

Y lo que dice su hermano Antauro es desde luego, irreproducible.

Hoy, Ollanta Humala quiere ser presidente apelando a su ignorancia y a la ignorancia y las vísceras de un pueblo condicionado por la tragedia como único relato. Un pueblo que ha encontrado la gran figura mitológica. Un Narciso reinterpretado en función a sus problemas (6). Para cumplir el sueño de su padre. Esta vez no desde un golpe militar. Paradójicamente desde la democracia. Y con la complicidad de miles de peruanos para la (auto)destrucción. De esta forma cumplirá con el encargo paterno. Con la voluntad de su padre. En nombre del padre.

(1) Siguiendo la línea de Portocarrero: Comprender es aproximarse. Comprender no es justificar.
(2) Partiendo de la biografía de Luis Jochamowitz, Vladimiro (2002), y de las reflexiones de Gonzalo Portocarrero en Rostros criollos del mal. Cultura y trasgresión en la sociedad peruana (2004). Un libro de lectura obligada, uno de los mayores aportes a la tribu (de la sociología, la psicología y la antropología) de comienzos de siglo en el Perú, bajo un análisis encantadoramente contemporáneo.
(3) Como lo señala Víctor Andrés Belaúnde.
(4) José Luis Rosales.
(5) En audio difundido por La ventana indiscreta, cortesía del diario La Primera.
(6) Narciso o la estrategia del vacío. Lipovetsky.
(7) Autor de la biografía breve aparecida en el diario La República, Retratos de poder, del que he tomado algunos datos.