Mathilde cojea. Jean Pierre Jeunet cojea. Audrey Tatou cojea.Toda la película cojea. Audrey Tatou sigue siendo Amelie Poulain. La encantadora Amelie Poulain. La que contemplábamos boquiabiertos. No sigue siendo la misma, digo, sigue siendo Amelie Poulain pero ya no nos deja boquiabiertos. Lo mas probable, de seguir trabajando con Jeunet es que siga metida en el mismo cuento de hadas ridículo y seguir siendo la chica buena que busca el amor, aguarda un futuro mejor y un final feliz. A este paso no me sorprendería que Jeunet termine por adaptar una novela de Paulo Coehlo protagonizada nuevamente por Tatou; o Amelie Poulain.
Pero no todo es malo en esta película. La acción bélica alcanza un matiz aceptable, creativo, apoyado por la excelente fotografía y dirección de actores. Hay historias dentro de la historia que aguardan un guión. Es interesante la historia en la que se envuelve Jodie Foster a partir de una relación que se suponía fugaz. Linda ropa interior y mejor el afecto que genera con el soldado amigo del esposo y el esposo. Esa es otra historia. Lo demás, la historia de Mathilde tedia por su lentitud, incrementada y reforzada por esa polio que la ataca de niña. Cojea, cojea, cojea.
El final. Después de haber buscado al novio perdido toda la película tenemos a dos estatuas frente a frente. Ella llega y el tipo solo atina a decir: “¿quieres ver lo que hago?”, mientras ella con su cara de boba lo mira y lo mira y lo mira. ¡Que romántico!