El connubio futbolista y vedette viene del mismo origen humilde como estigma del arroyo. Creados en los pesebres de la pobreza promiscua y barrial. Su catastro amoral es la quinta, el callejón. Su cuja ética reposa en el sacavueltismo y el lumpenaje. Su institución es la llamada “Actividad con tarjeta”, léase pollada. Su sueño es el ascenso social no importa el medio ni la pose, amén del reconocimiento vecinal, la foto en el diario, su heroica vida en las pantallas de la televisión. Su destino es el melodrama citadino, el culebrón acongojado, los hijos desparramados. Su fama es el auto, la ropa bamba y sus contratos nada privados.
El futbolista y la vedette sin haberse conocido ya son amantes, ambos aparecen empiernados en las páginas de la prensa amarilla que obliga que sus vidas se junten. La noche los imanta en la disco de moda, el salsódromo para los alcahuetes profesionales y carne fresca de las portadas chichas. Son mediáticos pero no tienen la tala del ídolo. Son populares pero no famosos. De esta manera se parecen a todos. Sus triunfos son pasajeros, sus caídas abundan. Entonces, forjan una cultura agresiva que batalla con los periodistas, pero vive de ellos. Mezclados, en la prensa deportiva brillan alas prostivedettes, en las páginas de espectáculos, la caterva de peloteros. Farándula y estadio tienen los mismos personajes. Solo el gallinazo- consumidor de la carroña chismosa los pone en su lugar. Así limeños, vacunados de hermosura, empachan el bofe de la celebérrima ciudad.
* Eloy Jauregui en su libro "Usted es la culpable", mezcla de cronica urbana y manual de sociologia peruana. Fascinante.