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4 comments | lunes, enero 23, 2006


Llamemos humor a esta fuerza, a esta dimension, y a esta suerte de "arte de los residuos".
Marcel Duchamp
Un anciano de 76 años puso a prueba la especificidad del ready- made en el Centro Pompidou de París, cuando intentó romper con un martillo la obra Fuente, el urinario con que en 1917 Marcel Duchamp logró cuestionar la validez y el concepto de la obra de arte, anulando la subjetividad estética al tiempo que enterraba y desenterraba las bases del arte tradicional con una sensibilidad irracional, inscribiéndose dentro de la biografía y la muerte del arte moderno. Duchamp y el ready-made, representaron una fuerte actitud de concepto en la época.

El anciano al ser detenido por la policía, justificó el acto atribuyéndole el contenido de una performance. Y no era la primera vez que intentaba expropiar la obra. Ya en el año 1993 el anciano logró miccionar sobre la Fuente, atribuyéndole el mismo contenido: una performance. De los dos actos el primero tiene una validez extra-ordinaria; el segundo, no es más que un intento de venganza, ajuste de cuentas, o propio de inicio y bienvenida a la demencia senil (llamemos humor a esta fuerza, diría Duchamp).

De haber sido la performance del anciano, la intención correcta y real, ¿que argumento que posibilite su comunicación con la obra, cabe suponer?

Para intentar justificar el primer acto, trataré de construir un análisis en función al carácter mismo del ready-made y la obra de Duchamp en su contexto.


En principio, hay un eje que paralelamente identifica la actitud del anciano con la actitud de Duchamp: el contenido de la profanación que en el sentido freudiano(1), se vale del asombro y la sorpresa que representa la frase inscrita en su famosa intervención a La Gioconda de Leonardo: L.O.O.Q. La intervención de Duchamp hace referencia al modificar la obra con unos bigotes y una pequeña barba, a un erotismo ambiguo, a la supuesta homosexualidad de Leonardo(2), con una provocación que se disfraza por medio del asombro ( expresado en el look! al que hace referencia el título), la ingenuidad y el desconcierto de una actitud pueril(3). Es la orientación a la que recurre esta intervención que se acusa, como la acción del anciano, problemática, con una estructura que se ampara en el desconcierto y el asombro para marcar su determinación y justificar su presencia. Bajo esta misma orientación, la performance del anciano califica perfectamente dentro de la línea (a)probada por Duchamp.


Hay en Duchamp además, una actitud de rechazo a la distancia con la obra a través del humor y la ironía que tienen como característica principal, su negatividad; todo se convierte en objeto de intrusión en la dinámica comunicativa. El humor, como único lazo comunicativo, suaviza la estructura rígida y las obligaciones que caracterizan la relación obra- espectador. El movimiento al que nos conduce el ready-made, traza el camino en la conciencia del espectador a través de un flujo de constante exceso que se convierte en el único medio de aprehenderlo en su totalidad. Las dimensiones semánticas se especializan en el ready-made: tiempo (conciencia) – espacio (objetividad). Es la ubicación de la pieza en el museo lo que determina sus asignaciones semánticas y la hace indiferente de todo. El ready-made no se constituye por una negación de la función del objeto, sino por un impedimento de la misma.

La performance del anciano mantiene en este sentido un diálogo con la obra que pone a prueba su representación funcional y la imposibilidad de ser como tal. La acción policial que impide su conclusión termina por concluir el carácter contextual con su impedimento. La subjetividad de la obra es un material pasivo penetrado por la ocurrencia e irracionalidad del anciano. Ironías del destino.


(1) En un famoso ensayo Freud se ocupa de la profanación: para perpetrar una acción sin culpa se requeriría de la puerilidad o el asombro.
(2) Como señala Pablo Oyarzún en Arte, visualidad e historia (1999).
(3) Siguiendo nuevamente la línea de Freud.