Lo que faltaba es siempre una posibilidad latente en el Perú. La inclusión del cómico Edwin Sierra en la lista congresal de una agrupación indebidamente política y sus pretensiones de llegar al congreso encarnan metafóricamente la lógica y esencia del político peruano.
Sabemos quien es Edwin Sierra y a la vez no lo sabemos. Lo conocemos a través de sus múltiples caracterizaciones. De su vida privada y pública se ventila que mantiene un dudoso romance con una polémica vedette (cuestionada en su momento por su vínculo sentimental con un narcotraficante en condena) para esconder sus preferencias sexuales(1). Como ciudadano desconocemos sus acciones. Al menos aquellas que reúnan un requisito que garantice su inclusión dentro de la política y su interés público. Lo suyo es un metamorfoseo abrupto cada sábado en un programa cómico. Puede pasar de ser un vulgar travesti a un desmerecido Cantinflas. Su condición de provinciano y la sospecha de sus pretensiones de ascenso y escala(2) lo convierten en objeto de burla y rechazo constante. Solo sirve para hacernos “reir” ocultando su verdadero rostro. Y es así como aparece. Ocultando su verdadero rostro. Porque el rostro, es el estar irremediablemente expuesto del hombre y, a la vez, su permanecer oculto precisamente en esa apertura. Porque es el rostro el lugar de la verdad y también el de la simulación (Agamben).
Su personaje más conocido es el de un vulgar travesti que intenta utilizar el estereotipo y lugar común con el que se representa a la mujer selvática. Fuana la charapa intenta seducir utilizando un lenguaje ambiguo y de doble significado para atraer al otro. Es y no es, nunca lo sabemos, pues es el mismo personaje el que se impide conocer. Introduce el dedo en la boca cada vez que intenta llamar la atención o seducir, como si su propia atracción o reflejo intentara repeler al mismo tiempo(3). El dedo en la boca es la representación de la bulimia y el atolladero mental y moral en el que nos encontramos.
El travestismo de Fuana la charapa, es el travestismo moral de toda la clase política y corrupta. Los acerca el canal de seducción y de comunicación. Los mismos artilugios. Esconderse tras un personaje para configurar una imagen y representación pública con la que se escuda y protege para no ser juzgado, ya que cualquier caracterización comprende el rechazo de uno mismo y su devenir involuntario como coartada perfecta para su desarrollo más allá del bien y del mal. Yo soy exactamente lo que ves –dice la máscara- y todo lo que temes detrás (Canetti). La caracterización de un personaje define su espectacularización y cobertura mediática a la vez que marca la debilidad de su significado y lugar de enunciación. Y esta es solo la antesala del gran programa cómico que se nos viene de seguir insistiendo. Querer reir.
(1) Como innumerables veces han intentado argumentar sus colegas de trabajo cada vez que tienen algún espacio en un programa de espectáculos usando el doble sentido, artefacto común de cualquier discurso (des)vinculado al chisme o el raje.
(2) Su referente es la ridiculización del poblador andino y selvático. Es imposible que este represente cualquier personaje costeño o visto como un “limeño normal”. Es excluido por la burla y el chiste que enuncia y le recuerda su choledad.
(3) Como el gesto usado para inducir el vómito.
2 Comments:
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