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1 comments | jueves, enero 04, 2007



Han pasado exactamente 5 años desde que conocí a Don Jaime o Jaimito, como cariñosamente lo llamaba Javier Zavala. Un hombre flaco, menudo y canoso, que sujetaba una cámara fotográfica que su delgado cuerpo soportaba con vocación y cariño. Había viajado con un amigo para recibir el nuevo año en Tarapoto, en el pueblo de Sauce a orillas de la Laguna Azul.
Fuimos además en busca de ayahuasca y experiencia y, terminamos alojados en Hampichicuy, el centro terapeutico de medicina tradicional de la selva que manejan los hermanos Zavala, Eda y Javier.

Allí conocí a Don Jaime, que tenía una hermosa cabaña que usaba para sus retiros de fin e inicio de año en el mismo Hampichicuy y se bañaba todos los días en el río para salir luego a documentar con su cámara de fotos toda la preparación de la planta realizada por Javier. Esa tarde conversamos, hablamos de muchas cosas y nos conocimos algo personalmente, fuera de cámara y de fotografía. Lo recuerdo atento y muy bondadoso. Por la noche compartimos la sesión de ayahuasca que recuerdo con mucho cariño. Al siguiente día nos despedimos y partimos luego a Trujillo.

Unos meses después y de visita en Lima, acudí a la muestra Los muros de la ciudad en la Galería ARTCO. Una colectiva que exhibía el trabajo de varios fotógrafos y donde se encontraba el trabajo de quien reconocería después como Jaime Rázuri, un ya viejo zorro del fotoperiodismo peruano, representante de France Press en el Perú. Luego, aquellas fotos que Jaime hizo en Hampichicuy, graficaron un reportaje de la revista Somos hecha a los mismos hermanos Zavala.
El año que pasó, lo último que supe de Jaime Rázuri fue que sería jurado del Concurso de Fotografía ESPACIO TIEMPO de la UPAO en Trujillo, y que daría además una conferencia.

Y empezando el año, a mi regreso, exactamente 5 años después de conocerlo, en un puesto de diarios en la carretera encuentro en las portadas la noticia del secuestro de un peruano en la franja de Gaza. Se trataba de un periodista. Se trataba de Jaime Rázuri. Se han formulado suficientes hipótesis con respecto al carácter del suceso. Lo cierto es que Jaime Rázuri se encontraba en una zona de conflicto peligrosa. Asumiendo la responsabilidad y los riesgos de su trabajo. Es una de las condiciones del periodismo en circunstancias extremas.

No dejo de recordar una de las narraciones que permitió acercarme desde la ficción a este tipo de sucesos: la de Roberto Bolaño en Los Detectives Salvajes. Belano y el fotógrafo francés, perdidos y ubicados en medio de una guerra civil africana. En el lugar del espanto. Como Cappa en la guerra civil española. Como muchos otros que aun siguen cubriendo conflictos.

Es totalmente seguro que Jaime Rázuri supo a cada momento lo que hacía. Sabía consecuentemente el estado de las cosas. Y fue muy valiente obecediendo su vocación. En un texto suyo (que pueden leer completo AQUÍ), Rázuri lo supo plasmar:

La cámara es un arma imaginaria de protección. El ser fotoperiodista le permite a uno acceder a situaciones a las que tal vez nunca accedería sin una credencial colgada en el pecho, y una cámara en el cuello.

El respeto por el sufrimiento del otro, solo se conoce cuando el lente fotográfico se ablanda, y la cámara deja de ser una forma de vendarse los ojos que tenemos en el corazón. Cada muerte vista y fotografiada es la de uno mismo en este camino de sensibilización. De pronto encontramos que la única manera de cambiar lo que estamos presenciando, es llevando estas fotos hasta el final, a que cumplan su cometido. Que sean vistas.


Esperamos desde aquí tener nuevamente a Jaime Rázuri entre muchas páginas y poder ver las fotos que seguro, sabrá llevar hasta el final.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Bacan el texto, tambien escribimos algo sobre Jaime en el blog de fotonesta, saludos ezekiel

jose carlos

12:45 a. m.

 

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