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2 comments | domingo, agosto 28, 2005


ilustración de shinko okuhara

A medida que convocas ciertos recuerdos y fantasías, anulas la necesidad de compañía (eso crees). Las horas se extienden y el tiempo mejora el espacio; las ganas de salir se esfuman y el cansancio llega y se asemeja todas las noches al ruido que hacen lo pedales cuanto más viejos se hacen. Es un ruido al que te acostumbras y deja de ser fastidio cuando tus paseos se hacen constantes. Y el paseo irremediablemente convoca la salida que convoca nuevos espacios, nuevos recuerdos y nuevas fantasías.
Asumes la soledad como vocación, paréntesis de una existencia que no necesita del otro, hasta ese momento desconocido e impenetrable. Merced al paseo tu imagen se va disolviendo y eres penetrado casi por obligación por aquellas imágenes que el tiempo que creíste habitar sacude; y el polvo, huella del pasado que hoy convocas, termina por transformar aquellos colores en grises opacos que dejan manchas a cada paso, pasos que evitas recorrer continuamente por temor a ser observado.