Hay un sentimiento que conecta inmediatamente las voces de Jimmy Scott y Chavela Vargas. Probablemente sea el amor o el desamparo. Ambos interpretan letras compuestas por otros autores: E.Y. Harburg y H. Arlen le dan la mano a José Alfredo Jiménez mientras Chavela y Jimmy comparten besos, abrazos y porque no, un tequila. Chavela se saca el poncho que recoge luego del piso mientras Jimmy enfunda casaca de cuero y anteojosque esconden sus ojos y cuerpo de niño. Juntos, toda la noche, sacuden el encaje de pelo con el que la belleza se esconde; habituados a poblar un cuerpo pequeño, que les pertenece y se compara a su voz.
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