Uno trata de tapar la tristeza con una serie de artilugios. Enciendes el televisor para que el ruido tape su silencio. Pones algo de música con la esperanza de poder escuchar atentamente cada canción o intentar quedar atrapado dentro de una melodía. Intentas dormir como si cerrando los ojos fueras a olvidar todo aquello con la esperanza de levantarte en algún otro lugar o esperando que el sueño se lleve también esos recuerdos esperando que al olvidar el sueño olvides también esos recuerdos.
El sueño emprende la fuga y solo te queda el recuerdo de la sustancia fisiológica. Intentas tapar el día con la noche, la noche con el día, el amor con el encierro, el incesto con la masturbación; y toda la culpa solo.
Y cuando aparece la sensación de ser otro intentas salir, llamar a esa persona y hablar o buscar alguien con quien compartir (simplemente algo). Y con todo eso no haces más que aumentar la culpa.
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