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367 días han pasado desde que Alberto Fujimori aterrizó en Chile y fue inmediatamente llevado a la prisión de la Escuela de Gendarmería para pasar luego y finalmente a la cotidianeidad de su hogar rentado en el barrio más exclusivo de Santiago de Chile y desde donde dirige Sí Cumple, el partido que aun conservan con infinita y ciega admiración Carlos Raffo, su hermano Santiago y su hija Keiko desde el congreso.

Fujimori sale a pescar y esta constantemente viajando al interior de Chile (viajes técnicos los llama el mismo) y, si bien se le ha prohibido cualquier pronunciamiento de nivel político, su situación personal y política ha mejorado muchísimo, quizá como el ya lo había planeado y ¿pactado?

Un pacto enmascarado de “cordial relación” con el gobierno aprista ha convertido al fujimorismo en una suerte de abono de desecho que ha producido hasta el momento buena cosecha (la presión a las ONGs y demás) y crece bajos las posibilidades apristas. Ambos partidos se alimentan del desecho. La alianza aprofujimorista renueva la fe oriental de sus seguidores. La reciente boda hace suponer lo que vendrá. El actual gobierno parece no tener ningún interés en traer a Fujimori o acelerar el proceso de extradición como corresponde, instalando nuevamente la ambivalencia y la ambigüedad como ejes del mal: Fujimori tan lejos y tan cerca.
ByeWelcome Fujimori. Sayonara Alan.

(Mientras tanto para le prensa escrita era portada y asunto más importante la sentencia para Sadam Hussein y las cortinitas esas que ha levantado el buen Alan García)