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1 comments | jueves, febrero 03, 2005

BLANCA NAVIDAD

Hueles a paja fue lo primero que dijo al verme. Salí después de dos días de encierro voluntario antes de la nochebuena. La abuela se encontraba muy enferma y mamá quería a todos juntos esa navidad. La hora no me dio tiempo para echarme un baño así que decidí sentarme a la mesa tal y como me había levantado de la cama. Ahí estaban mi padre en el lugar de siempre, mi dos hermanas que ya tenían dos hijos cada una y de distintos ex novios (que feos y que rápido habían crecido esos niños); y por supuesto mi hermano que seguro se iría nunca de casa y festejaba una vez mas la llegada de los carnavales aplaudiendo que papá le haya regalado 8 bolsas de globo payaso.
Yo me limite a tomar el chocolate con leche y a ver de reojo y a cada momento como la abuela dejaba caer pedazos de panetón en el suelo mientras fingía comer muy a gusto.
Los dos pequeños de Lola gritaban pidiendo más retazos de pavo como si no hubieran comido por días. Yo solo deseaba no estar ahí y trataba de esperar que algo de viento me ayudara a enfriar la taza que hervía a temperatura que parecía obligar a todos a permanecer en la mesa muy a gusto y a sonreír cada vez que se quemaban la jeta. Era una suerte haber perdido mi cámara de fotos el día de mi cumpleaños, ya algunos empezaban a acordárselo mientras la abuela recibía la llamada de su hijo menor ausente, extranjero y esclavo en un país que apenas se asomaba y se apoderaba de todo. Era una pena no haber podido terminar el chocolate, sonó el timbre y abajo me esperaban los de siempre mientras me zambuía nuevamente en mi cama.

Enero, 2005